Rellegint Fred Halliday: "La izquierda y la "yihad"jrenyer | dilluns, 29 de desembre de 2009 | 15:59h
Veient les reaccions de l'autodenominada esquerra antiimperialista (sobretot l'europea, inclosa la catalana) a l'atac del Tsahal contra Hamas a Gaza, m'ha vingut a la memòria un article de Fred Halliday, (professor de Relacions Internacionals a la London Scholl of Economics), i una entrevista seva al número 23/24 de la revista IDEES. L'article va ésser publicat a El País el 5 d'octubre del 2006 i conté prou elements de reflexió aplicables a l'actualitat, per això el reprodueixo a continuació.
En los últimos años, y especialmente desde que Estados Unidos invadió Irak, en marzo de 2003, se han visto en todo el mundo señales de una convergència creciente entre entre las fuerzas de la militancia islamista y la izquierda antiimperialista. Aparte de una simpatía muy extendida -aunque normalmente no expresada- hacia los atentados del 11-S, justificada porque "los americanos se lo merecían", desde 2003 hemos visto una coincidencia explícita de políticas y un sólido apoyo a la "resistencia" iraquí -en la que hay fuertes elementos islamistas- y más recientemente y de forma explícita, al Hezbolá libanés. Hace poco, unos manifestantes radicales vascos marcharon precedidos por un militante que ondeaba una bandera de Hezbolá. Además, como la mayoría de los que se opusieron a la invasión de Irak en 2003, existe asimismo, reconocida o no, una actitud de apoyo a los grupos armados antioccidentales, es decir, talibanes, que están actuando en dicho país. Al mismo tiempo, algunos políticos de extrema izquierda en Europa han tratado de hacer causa común con los representantes de los partidos islamistas en temas relacionados con el antiimperialismo y la exclusión social en Occidente. Un ejemplo es la acogida dada por la izquierda británica -incluido el alcalde de Londres- al líder de los Hermanos Musulmanes, el jeque Yusuf al Qaradaui. Y más importante aún que el apoyo a los grupos guerrilleros islamistas, por supuesto, son las alianzas entre estados: Irán cuenta cada vez más con el apoyo de Venezuela. Chávez ha ido a Teheran un mínimo de cinco veces. Nos encontramos, quizá de manera incipiente, ante un nuevo frente unido internacional. Lo cierto es que este asunto de la relación entre la izquierda radical y el islam político tiene una larga historia que debería hacer reflexionar a quienes tratan hoy de formar una alianza, aunque sea "táctica", con los movimientos y Estados islamistas. Ya lo intentaron los primeros bolcheviques: ante el bloqueo de la revolución proletaria en Europa después de 1917, volvieron la mirada hacia las fuerzas antiimperialistas y, a veces, islámicas que actuaban en aquella época en Asia. El primer país del mundo que reconoció la Revolución Bolchevique fue el reino de Afganistán, en pleno conflicto con los británicos. Desde aquel momento, Lenin recomendó que la Rusia soviética prestara siempre "especial atención" a las necesidades del pueblo afgano, un consejo que iba a tener consecuencias irónicas pero históricas en 1979. Incluso en los años posteriores a 1945, los estrategas soviéticos intentaron hallar un contenido "democrático nacional" en el islam e interpretar su énfasis en la igualdad, la caridad, el reparto de la propiedad y, no menos importante, la lucha -es decir, la yihad-, como formas primitivas de comunismo. Aunque en Moscú algunos orientalistas describían al profeta Mahoma como un agente del capitalismo comercial, otros autores marxistas, sobre todo el especialista francés Maxime Rodinson, trazaron una imagen más positiva, si bien este último reconoció posteriormente que su admiración por Mahoma derivaba, en parte, por las similtudes que veía entre él y Stalin.
Sin embargo, esta simpatía y esta busqueda de alianzas tácticas quedaron eclipsadas durante mucho tiempo por otra tendencia, la del enfrentamiento y la lucha entre el comunismo y el socialismo, por un lado, y el islamismo organizado por otro. En los años veinte y treinta, los bolcheviques se encontraron con una inmensa oposición religiosa y tribal en Asia Central y trataron de destruir las bases sociales de la religión organizada, fundamentalmente mediante la emancipación de las mujeres, a las que, en aquel contexto social, veían como un sucedáneo de proletariado. Como presagio de la guerra fría, la insurrección nacional en España, que acababa de vivir sus guerras coloniales en Marruecos, reclutó a decenas de miles de soldados árabes para la Guerra Civil, con el argumento de que el catolicismo y el islam recibían el mismo trato por parte de las fuerzas impías de la República.
A partir de los años cincuenta y sesenta, la situación empezó claramente a cambiar. En el mundo árabe, frente al ascenso del nacionalismo laico -sobre todo el "nacionalismo árabe" de Egipto-, Occidente y varios Estados conservadores como Arabia Saudí recurrieron a la religión, denunciaron al comunismo como un invento de los judíos y criticaron el socialismo por promover el ateísmo y la lucha de clases. En 1965, Arabia Saudí creó su propia organización internacional en contra de los socialistas, la Liga Islámica Mundial, a través de la cual financiaba y guiaba a grupos de todo el mundo; la Liga sigue en activo, sobre todo entre los inmigrantes musulmanes en Europa occidental, y mantiene -cosa tal vez sintomática- un gran edificio en el centro de Bruselas. En Egipto, el enfrentamiento entre los Hermanos Musulmanes y el régimen nasserista fue en aumento, y su líder, Sayyid Qutb -posteriormente, la inspiración intelectual de Osama Bin Laden-, murió ejecutado en 1966. Varios países de Oriente Próximo utilizaron la oposición creciente entre la izquierda laica y las fuerzas islamistas en el contexto de la guerra fría. Por ejemplo, en Turquía, el ejército promovió a grupos islamistas contra la extrema izquierda en los años setenta. En Siria, los opositores al régimen baazista fomentaron un levantamiento de los Hermanos Musulmanes en 1982. Incluso en Israel, en los años setenta, las autoridades de ocupación, decididas a debilitar las instituciones laicas de Al Fatah, permitieron que varios grupos islamistas, que más tarde se convirtieron en Hamás, abrieran centros educativos y universidades y recibieran fondos de la Liga Islámica Mundial.
Esta movilización del islam contra la izquierda resultó evidente, sobre todo, en tres países. En Sudán, la llegada al poder en 1989 del Frente Islámico Nacional -una rama alejada de los Hermanos Musulmanes- representó el recurso generalizado a la cárcel, al tortura y la ejecución contra los opositores laicos y de izquierdas. El FIN seguía el modelo de partido leninista y pretendía, además aplastar a los comunistas del Sudán, llevar a cabo la política revolucionaria de exportar su modelo a Egipto, Túnez, Argelia y Eritrea, entre otros lugares. En esta tarea contó con la ayuda, entre 1990 y 1996, de un distinguido huésped internacionalista, Osama Bin Laden. Aún mayor fue la represión en Indonesia en 1965, cuando el ejército se volvió contra el Partido Comunista, en aquel entonces el más numeroso fuera de los países comunistas. Los grupos islamistas unieron sus fuerzas a las del ejército y otros grupos interesados en arreglar cuentas locales y, en una serie de matanzas cometidas en Java y otras islas, asesinaron a un millón de personas.
La alianza más espectacular y con más consecuencias entre Occidente y el islamismo fue, claro está, la que se produjo en Afganistán. En la mayor operación secreta llevada a cabo por la CIA, Estados Unidos, con ayuda de Arabia Saudí y Pakistán, trabajó a lo largo de los años ochenta para movilizar a las fuerzas islamistas en contra del gobierno del Partido Democrático Popular y las fuerzas soviéticas que acudieron en su auxilio en diciembre de 1979. Fue en Afganistán donde Bin Laden organizó su ejército de combatientes yihadistas procedentes de todo el mundo y donde elaboró la ideología de lucha internacional que cristalizó el 11 de septiembre de 2001. No parece que a los que respaldaban a los islamistas afganos en los años ochenta les preocuparan las consecuencias posteriores de sus actos. Y, sin embargo, la guerra afgana fue al mundo del siglo XXI lo que la Guerra Civil española a la II Guerra Mundial, la cocina del diablo en la que se prepararon por primera vez todos los caldos que después envenenaron al mundo. A esta historia de la yihad contra la izquierda, a lo largo de muchos decenios, hay que añadir otra cosa más, las enormes diferencias que deberían separar cualquier programa imaginable de la izquierda radical de los de los partidos islamistas. Los derechos de la mujer, el secularismo, la libertad de expresión, son temas en los que las dos corrientes políticas se oponen radicalmente. Como deberían oponerse en relación a otro aspecto, que es la falta absoluta, en el programa islamista, de cualquier internacionalismo de inclusión; por el contrario, al mismo tiempo que hacen sus llamamientos a la umma, la comunidad de los musulmanes, los islamistas -tanto Al Qaeda como Hezbolá- desprenden veneno y un chovinismo implacable respecto a los cristianos, los judíos e incluso los musulmanes que no sean de su misma secta. Seguramente, quienes desde la izquierda se alían hoy con los islamistas lo hacen remitiéndose a cierto concepto de falsa conciencia. Pero está por ver qué conciencia es la más equivocada. http://blocs.mesvilaweb.cat/node/view/id/118128
Derechos humanos y manipulación
JOAN B. CULLA I CLARÀ
EL PÁIS
05/12/2008
El pasado 25 de noviembre apareció en la sección de Cartas al director de este diario una misiva suscrita por David Bondia, director del Instituto de los Derechos Humanos de Cataluña, "y 10 firmas más", en la que se arremetía contra el entonces consejero de la Vicepresidencia de la Generalitat, Josep Lluís Carod Rovira, a causa de su reciente viaje oficial a Israel y de su anunciada asistencia a una cena de "la asociación de Amistad Cataluña-Israel" (sic). Bien, en democracia los políticos están para ser criticados y, de cualquier modo, todos tienen pluma y lengua para, de creerlo necesario, defenderse por sí mismos. En este caso, sin embargo, la crítica contra Carod contenía falsedades y tergiversaciones que trascienden la persona o la actuación del político cuestionado y que, exigen, a mi juicio, una respuesta. Para empezar, tal "asociación de Amistad Cataluña-Israel" no existe ni ha existido jamás; no con ese nombre. Lo que existe desde noviembre de 1978 es una Associació de Relacions Culturals Catalunya-Israel (ARCCI), inicialmente etiquetada "España-Israel" por ser la primera de su género en todo el Estado. Del carácter cultural y no político de la entidad dan fe los cientos de actividades organizadas por ella a lo largo de tres décadas en colaboración con todas las administraciones, así como el perfil de sus sucesivos presidentes, entre los que me permito citar al músico Jordi Cervelló, al escritor Baltasar Porcel y a la actriz y directora teatral Núria Espert. Como socio fundador y, durante muchos años, miembro de la directiva de ARCCI, debo negar categóricamente la imputación del señor Bondia de que ésta "apoya la ocupación israelí de Palestina", si por Palestina entendemos Gaza y Cisjordania. Lo único que ARCCI ha defendido siempre es el derecho de Israel a la existencia como, por otra parte, hacen todos los demócratas del mundo, a diferencia de Mahmud Ahmadinejad, Osama Bin Laden y algunas otras figuras del mismo jaez. Sería interesante saber de qué lado se sitúa, a este propósito, David Bondia.Si de lo más local pasamos a lo más global, la carta del Instituto de los Derechos Humanos de Cataluña da a entender que, viajando a Israel y rubricando allí diversos acuerdos en nombre de la Generalitat, Carod contravino las indicaciones de la Asamblea General de la ONU y del Tribunal Internacional de Justicia de La Haya (TIJ), nada menos. Será útil recordar que ni esa Asamblea ni este Tribunal poseen capacidad jurídica para dictar a los gobiernos del mundo su política exterior; sólo las resoluciones del Consejo de Seguridad y las sentencias del Tribunal Internacional de Justicia sobre los pleitos entre Estados que le hayan sido sometidos tienen fuerza de obligar. Pero pasemos por encima de este detalle: ¿podría el profesor Bondia precisarnos cuándo y en qué términos exactos la Asamblea General de Naciones Unidas o el TIJ han recomendado a la comunidad internacional el boicoteo diplomático o comercial contra Israel? Boicoteo, sí, porque eso es exactamente lo que proponen los remitentes de la carta de marras, bajo el delicado eufemismo de "aumentar la presión hacia el Estado de Israel". Y bien, ¿cuántos gobiernos democráticos se han apuntado a este boicoteo, cuántas delegaciones extranjeras han cancelado en los últimos años sus visitas a Israel como gesto de presión? ¿Por qué, entonces, debía hacerlo el Gobierno que preside José Montilla? El señor Bondia y demás firmantes, autoerigidos en voceros del "sentimiento mayoritario del pueblo catalán" (¿acaso han celebrado un referéndum?) quisieran someter la política exterior de la Generalitat al dictado de sus filias y de sus fobias. Como fundamento moral de su tesis, los responsables del Instituto de los Derechos Humanos de Cataluña invocan las dramáticas condiciones de vida de la población palestina en Gaza. Ciertamente, se trata de una situación deplorable, que mejoraría de forma inmediata si Hamás -que ejerce allí una dictadura férrea- dejase de disparar sus cohetes sobre las áreas civiles israelíes aledañas a la franja y de excavar túneles bajo la frontera para infiltrarse y atentar en Israel. Fue así como la milicia islamista capturó hace ya dos años y medio al recluta Guilad Shalit, a quien aún mantiene secuestrado sin que su familia sepa siquiera si está vivo o muerto. Pero, al parecer, ni Guilad Shalit, ni sus padres, ni los habitantes de Sderot acosados desde hace años por los cohetes Kassam tienen derechos humanos...
La pasada semana, un ataque terrorista a gran escala ensangrentó la ciudad india de Bombay y conmocionó a la opinión pública internacional. Aunque la excusa de los asesinos -siempre tienen una- era la opresión de los musulmanes de Cachemira bajo la férula de Nueva Delhi, de hecho, las víctimas a las que los terroristas pusieron más ahínco en liquidar fueron norteamericanos, británicos... y en especial los ocho huéspedes adultos del centro judío Chabad House, paradójicamente regentado por la secta ultraortodoxa Lubavitch, ajena al sionismo y apartada de la política israelí. Pues bien, no he leído a ningún paladín de los derechos humanos denunciar esa recurrente saña antisemita del islamismo armado. De hecho, ni siquiera les he oído condenar, con la contundencia que usan en otros casos, los crímenes del terrorismo islamista en India, en Afganistán, en Irak... o en Israel. La bandera de los derechos humanos, y en concreto la justa aspiración palestina a tener un Estado soberano y pacífico junto a Israel no necesitan, para su defensa, de triquiñuelas, manipulaciones ni sectarismos. Al contrario, esas armas más bien desprestigian tan nobles causas.
Eusko Alkartasuna condena y expresa su ?total repulsa? por el atentado de ETA contra Ignacio Uria
Eusko Alkartasuna condena rotundamente el atentado perpetrado por ETA contra el empresario Ignacio Uría Mendizabal, que le ha costado la vida, y desea expresar su más profundo pesar y solidaridad con los familiares y amigos de la víctima. Una vez más, ETA utiliza su estrategia de muerte y dolor que choca contra la voluntad de la sociedad vasca que exige vivir en paz. Eusko Alkartasuna condena rotundamente el atentado perpetrado por ETA contra el empresario Ignacio Uría Mendizabal, que le ha costado la vida, y desea expresar su más profundo pesar y solidaridad con los familiares y amigos de la víctima. Una vez más, ETA utiliza su estrategia de muerte y dolor que choca contra la voluntad de la sociedad vasca que exige vivir en paz. Con la sinrazón de este atentado, ETA pretende incidir en el proceso de la construcción de la Y vasca de manera autoritaria, pero saben que no van a doblegar la voluntad del Parlamento Vasco que se ha expresado mayoritariamente a favor de una infraestructura que es ?clave? para el progreso de Euskal Herria. Por ello, EA desea expresar su solidaridad y decidido apoyo a todos los empresarios y trabajadores involucrados en la Y vasca.No cabe duda de que ETA constituye una lacra para el pueblo vasco. Carece de legitimidad alguna, y reiteramos que la normalización política se alcanzará exclusivamente a través del respeto escrupuloso de los derechos humanos y el desarrollo de los valores democráticos. www.euskoalkartasuna.org
Aralar reprueba firmemente el asesinato del empresario Ignacio Uria y solicita a ETA el abandono definitivo de las armasAralar reprueba firmemente el asesinato del empresario Ignacio Uria y exige a ETA que abandone definitivamente el uso de las armas. Queremos hacer llegar a la familia de Uria y a sus allegadas nuestro más sentido pésame acompañado de un mensaje de solidaridad. Aralar quiere anunciar que participará en los actos para la denuncia de este atentado. Actos como el de hoy son totalmente reprobables y tal y como ha recordado el coordinador de Aralar, Patxi Zabaleta, "la sociedad de Euskal Herria también los reprueba. El uso de la violencia no es el camino para la solución del conflicto político que vive Euskal Herria, por lo que nos vemos en la necesidad de exigir el uso exclusivo de vías políticas. Reivindicamos todos los derechos humanos sin exclusiones y seguimos trabajando para que esos derechos estén garantizados". Aralar se reafirma en su compromiso de ser una izquierda abertzale política y pacifista. ?Vemos más necesario que nunca estructurar y fortalecer esa izquierda abertzale política. No permitimos que en nuestro nombre, ni en el nombre de Euskal Herria, ni utilizando el nombre de la izquierda abertzale, se realicen este tipo de atentados y asesinatos?. La sociedad vasca está hastiada de ETA y de su violencia. En ese sentido, Aralar invita a todas las personas y colectivos que estén en desacuerdo con este tipo de asesinatos que muestren su repulsa con total claridad y de manera pública, porque sólo de esa manera llegaremos a construir la paz. www.aralar.net
Onde está a condena dos musulmáns moderados?
MARTIN VARSAVSKY
Por que non poden os musulmáns moderados sendo centos de millóns no mundo, organizar unha protesta contra Al Qaeda, contra Osama Bin Laden, contra o que está a ocorrer falsamente en nome do islamismo agora en India? (Desde Madrid) EN MÁIS DUNHA OCASIÓN critiquei no meu blog persoal ao goberno de Israel e inclusive creei un grupo chamado Jews For Lebanon no que xuntamos fondos para as vítimas dos bombardeos israelís no Líbano. E son xudeu. Non por ser xudeu son incapaz de ver as inxustizas cometidas polo goberno israelí. A invasión de Líbano foi unha reacción desproporcionada en comparación co secuestro de soldados israelís por parte de Hezbolá e eu, así como moitos outros xudeus dentro ou fóra de Israel, manifestámonos contra ela.
DÓNDE ESTÁN AS DENUNCIAS?
Pero o agora eu que me pregunto é por que os meus amigos musulmáns moderados, e digo amigos porque no meu círculo íntimo de amigos algúns son musulmáns ou de orixe musulmá (é dicir, son laicos coma min pero de orixe musulmá) non se declaran publicamente en contra do que fan os terroristas musulmáns, das atrocidades que estes extremistas comenten en nome da súa relixión; relixión, non hai que esquecer, que profesan millóns de persoas en todo o mundo. Por que é tan pouco común escoitar que os musulmáns indios (hindús), por exemplo, salgan á rúa a protestar contra os extremistas que están a cometer a masacre en Bombai (Mumbai) mentres escribo estas liñas? Por que os musulmáns moderados ingleses non saen á rúa a protestar contra outros musulmáns ingleses que cometeron a masacre do 7 de xullo? Por que os musulmáns españois non se manifestan en contra dos asasinos do 11M como facemos a maioría dos españois cando ETA comete un atentado co consecuente número de vítimas?
ELES MATAN, NÓS NON
Persoalmente, creo que somos moitos os que estamos a esperar que os musulmáns moderados, que non me cabe dúbida de que son a maioría, organícense de maneira pacífica e digan, e denuncien, e sinalen, que eles matan, nós non.
O tema da invasión de Iraq é algo concreto. Eu, sendo xudeu, fun a moitas manifestacións en contra desa inxusta ocupación. Pero, se eu podo ir a unha manifestación en contra da invasión dun país musulmán, por que non poden os musulmáns moderados sendo centos de millóns no mundo, organizar unha protesta contra Al Qaeda, contra Osama Bin Laden, contra o que está a ocorrer falsamente en nome do islamismo agora en India? Non entendo como permiten que unha minoría se manifeste e exprésese coma se estivéseno facendo en nome da maioría. Os musulmáns moderados teñen que recuperar a voz de Islam, que hoxe, parece, reside en mans das minorías extremistas.
Por Antonio Estella
Esta crise mundial tivo xa efectos que van moito máis alá do terreo económico. No fondo, o que puxo de manifesto é que estamos ante un cambio de paradigma, ante todo un cambio de modelo ideolóxico. A crise non só puxo en cuestión o neoliberalismo, senón tamén o seu compañeiro, o neoconservadurismo. Pero ao afundimento da paradigma neoliberal e neoconservador non lle sucedeu, cando menos aínda, o xurdimiento dun novo modelo que sirva de marco de referencia para poder mirar cara ao futuro con algo máis de seguridade. Con todo, antes de deixarnos levar polo medo ao horror vacui, quizais deberiamos expornos a situación actual como o que creo que en realidade é: unha gran oportunidade para a emerxencia dun novo consenso planetario de tipo socialdemócrata. Ábrese unha xanela de oportunidade para que a socialdemocracia dea un paso cara a adiante e asuma o desafío de ofrecer un novo eixo ao redor do cal facer virar a actuación futura dos actores políticos neste aínda incipiente século XXI. Existe material dabondo para afrontar ese reto: non faltan excelentes pensadores na órbita da socialdemocracia, nin tampouco excelentes ideas. O que probablemente falta é introducir un pouco de orde no debate en curso, fixar prioridades, analizar como as ideas poden traspasar a sempre espesa fronteira do mundo académico e científico para chegar á "praza pública", de tal xeito que os cidadáns se carguen de argumentos cando queiran defender visións próximas á paradigma da socialdemocracia. é dicir, á socialdemocracia fáltalle facer aquilo que tan ben fixo o neoliberalismo até hoxe, aínda que sen esquecer que unha das súas fallas máis importantes foi a súa inusitada tendencia a vender fume. Non se trata por tanto de crear imaxe, polo menos non só; trátase de dar contido e logo ver como se pode traducir ese contido nunha linguaxe facilmente accesible para todos. Polo menos neste caso, a orde dos factores si que altera o produto. A primeira recomendación sería non empezar a casa polo tellado. Indo aos contidos, habería que empezar, precisamente, por revisar as ideas socialdemócratas en relación coas virtudes do mercado. O que estamos a ver nos últimos meses mostra, máis que demostra, que quizais a socialdemocracia arroxe ao bebé xunto coa auga da bañeira", por empregar a gráfica expresión inglesa, ao renunciar a algúns dos postulados orixinais da súa ideoloxía, abrazando, con máis intensidade quizais da debida, ao mercado. O abrazo ao que me refiro ten ademais data de inicio: novembro de 1989, ano no que cae o Muro de Berlín. Nese momento deixa de estar de moda que a socialdemocracia fale de intervención dos mercados. De vez, o antigo era ser intervencionista, o moderno era o mercado. O mercado convértese nunha especie de mantra budista para a socialdemocracia, tan ocupada como estaba por evitar ser tachada de rancia e anticuada. Pero é probábel que nese proceso acabe sendo máis papista que o propio papa. Afrontémolo con valentía: en determinados ámbitos económicos (subliño para que se me entenda ben: en determinados ámbitos económicos) non basta con regular e supervisar a acción dos axentes económicos. Nalgúns sectores, é a participación directa do Estado o único que pode dar unha maior dose de seguridade de que se atenderá ao interese xeral. Cando o Estado deixa de ser protagonista directo da actividade económica, e convértese nun mero espectador, perde información sobre o que está a ocorrer no mercado, así como capacidade de corrección dos seus fallos. é esa implicación en determinados ámbitos económicos o que pode dar ferramentas para equilibrar os problemas de asimetría de información e de capacidade de actuación, o que pode en definitiva dar maiores garantías (nunca plena seguridade) de que as cousas se farán como deben facerse. O segundo reto é volver situar o principio de igualdade no mesmo corazón da socialdemocracia, nos seus valores, e no seu discurso político. Creo que a forma na que ás veces se resolveu a tensión existente entre igualdade e liberdade non foi a máis adecuada. O "son socialista a fuer de liberal" de Indalecio Prieto parece terse interpretado por algúns no sentido de que o principio de igualdade funciona fundamentalmente como instrumento para alcanzar o verdadeiro fin da socialdemocracia, que é conseguir maiores cotas de liberdade. Con todo, a igualdade non pode ser sempre e unicamente unha ferramenta ao servizo doutros valores superiores, e en particular da liberdade. é en moitas ocasións un fin en si mesmo, un digno obxectivo a alcanzar per se e en nome da socialdemocracia. O é, tamén, nun sentido económico. Porque de igual maneira que nos parece lexítimo repartir por igual os custos dunha crise económica, deberíanos parecer lexítimo repartir de forma moito máis igualitaria os seus beneficios, e para iso os cidadáns terían que poder participar, en pé de igualdade, na toma de decisións económicas que poden ser transcendentais para as súas vidas. O terceiro eixo sobre o que debería reflexionarse é como abordar o problema do pragmatismo. Estou persuadido de que se presta un fraco servizo á socialdemocracia cando se di aquilo de "non son un dogmático da miña ideoloxía, son un pragmático". Evidentemente, non hai que ser dogmático, pero tampouco avergoñarse de ter unha determinada visión democrática do mundo. E a socialdemocracia gaña a batalla cando é capaz de situarse no plano dos valores. Isto, que parece un mero slogan político, ten a súa explicación. Como recorda Barack Obama na Audacia da Esperanza, cando nos volvemos pragmáticos deixamos de argumentar; cando deixamos de argumentar, volvémonos perezosos, e cando nos volvemos perezosos, somos incapaces de ofrecer respostas aos desafíos que veñen desde outras paradigmas valorativos ou ideolóxicos. Vímolo na revisión dos consensos básicos á que nos someteu a dereita neoconservadora en boa parte do mundo, por exemplo en España e Estados Unidos. Como a socialdemocracia deixou de pensar, de argumentar e de elaborar a partir dos seus propios valores, como se volveu "pragmática", tivo dificultades para atopar respostas adecuadas aos desafíos do noso tempo. Quizá chegue o momento de porse a iso.
Xa está ben desta ignorancia cómplice que asimila nazismo ou calquera forma de totalitariasmo a sionismo. Hai que se informar un pouco e deixar de repetir ocos ecos sen reflexionar nin informarse. O fundador do sionismo moderno é Theodor Herzl. No seu libro "El Estado Judio" de 1896, baseándose no antisemitismo que circulaba por Europa e que ía en aumento, fala de procurar un lugar no mundo para o facer un estado xudío. O sionismo ?simplemente nacionalismo hebreo- como todo sionismo, acobilla unha pluralidade de tendencias. Non é o mesmo ser de ETA ?un asasino- ou do PNV. Non é o mesmo ser de Al Qaeda ?un asasino- ou dun partido confesional musulmán calquera. Pois ben, o dominante dentro do sionismo moderno é a esquerda, nacida das ideas precursoras do amigo de Marx e Engels que era Moses Hess, quen xa en 1862 publicara ?Roma e Xerusalén?, adiantando unhas ideas que logo sería recollidas polo laborismo israelí. Por esta tendencia esquerdista, dominante, insisto, no sionismo, unha das bases do estado de Israel é o comunitarismo dos kibuts, a solidariedade cos que chegan, etc. etc. Os xudeus ultra-ortodoxos, son antisionistas porque din que eles non teñen dereito a un estado, porque deus os castigou botándoos de Israel, alá hai dous mil anos -e de aí que non podan contradicir a deus. Son unha minoría que respresentarían eses imbéciles vestidos de negro que foron visitar Irán e apoiar non a negación do Holocausto ?eles non a negan- senón dicir que foi un castigo de deus contra o sionismo, por quereren construír un estado xudeu.Despois de barallaren varias posibilidades no movemento sionista ?desde a Patagonia a Kenia- escolleron para promover a súa construción nacional a zona de Israel, polo mito histórico que tanto lle turraba, como pola atracción que o sultán de Turquía, exerceu sobre eles, posto que consideraban a zona erma e case baleira. Despois de décadas de asentamento progresivo, sabemos todos o que pasou: 1942-45 o maior crime planificado da historia da humanidade, 1948 proclamación dos estados de Israel e Palestino por parte da ONU, guerra árabe contra Israel, fuxida de moitos árabes de Israel, e comezo da vida nos campos de refuxiados para estes fuxidos, sen sequera a posibilidade de integración nas nacións árabes de acollida ?Líbano, Xordania, Exipto, etc.
Na proclamación de independencia do estado de Israel, o 14 de maio de 1948, recóllese en dous dos seus puntos esta clara vontade de convivencia pacífica cos árabes.
EXHORTAMOS - aínda en medio da agresión sanguenta que é lanzada en contra nosa desde hai meses - aos habitantes árabes do Estado de Israel a manter a paz e participar na construción do Estado sobre a base de plenos dereitos civís e dunha representación axeitada en todas as súas institucións provisionais e permanentes. ESTENDEMOS a nosa man a todos os estados veciños e aos seus pobos nunha oferta de paz e boa veciñanza, e os exhortamos a establecer vínculos de cooperación e axuda mutua co pobo xudeu soberano asentado na súa terra. O Estado de Israel está disposto a realizar a súa parte no esforzo común polo progreso de todo o Medio Oriente.
E isto é o que dicían os xudeus nacionalistas, ou sexa sionistas. Por iso, os galeguistas históricos, desde Castelao a Seoane, sempre tiveron unha gran amizade e profunda simpatía polo sionismo e os xudeus. Saúde. Shalom.
Consulta vasca: O Estado íspese
Un artigo de Imanol Murua
O Goberno de España, para que negalo, ten razón. A consulta non obriga a nada, de acordo; non é un referendo, de acordo, pero a Constitución española tamén declara as «consultas mediante referendo» competencia exclusiva do Estado. Sufraxio universal, censo electoral, comisións electorais, campaña... din que son moi bos, pero os xuristas do Goberno vasco terán choio razoando que a do 25 de outubro non é unha «consulta mediante referendo».
Esta non é unha batalla xurídica. E se alguén o pensa, que lea a cuarta razón do recurso que deu en presentar o Goberno de España ante o Tribunal Constitucional. O fondo do conflito na súa crueza. Iso ten a iniciativa de Ibarretxe, a de agora e a de hai catro anos. Non se ve claro, mesmo se finalmente vai celebrar a consulta, que efectividade tería realmente para solucionar o conflito político e traer a paz. Non se ve nada claro se, como se agarda, o Tribunal Constitucional a prohíbe, como levarán a cabo a consulta o Goberno vasco e os partidos que a apoian. Pero, cando menos, visibiliza claramente cal é o cerne do conflito que hai que resolver aquí.
O recurso do Goberno de España, entre as páxinas 25 e 29, está ganduxado de verdades, cheo de verdades sobre o terreo de xogo e as normas establecidos pola Constitución española. Os que argumentan que grazas ao Estatuto de Gernika alaveses, biscaíños e guipuscoanos teñen o dereito a decidir deberían ler unha frase subliñada, e non unha vez, no recurso: «a autonomía non é soberanía». Díxoo o Tribunal Constitucional por primeira vez en 1981, confirmouno en 1984 e volveuno lembrar novamente en 2007, como fixo notar no recurso o avogado do Estado. É dicir: «o titular da soberanía é o pobo español»; «a unidade indivisíbel da nación española é fundamento da propia Constitución»; «o suxeito constitucional [español] recoñece e garante autonomía ás nacionalidades e rexións». E, xa que logo, en caso de ter que pasar «dunha patria común e indivisíbel de todos os españois a un estado plurinacional» debe ser «como consecuencia da decisión de todo o pobo español».
E postas estas bases sobre o tema da consulta, velaquí dúas conclusións do recurso. Unha: para realizar «unha consulta autonómica» a autorización non a pode dar o Parlamento vasco, senón o Congreso español, co apoio da maioría absoluta, e a convocatoria non pode facela o lehendakari, senón o Consello de Ministros do Goberno de España, mediante un decreto asinado polo rei de España e confirmado polo xefe de goberno. E dous: «as decisións políticas que teñen importancia especial para toda España non deben consultarse en referendo autonómico, senón en referendo nacional».
Velaí o terreo e as normas de xogo, explicadas polo avogado do Estado cunha claridade digna de agradecemento. O de sempre: que quen di que o suxeito de decisión é España -e só España- ten o amparo de toda a lexislación, e quen din que a cidadanía vasca ten dereito a formar un suxeito político está apreixado no marco xurídico-político, sen opción ningunha de materializar unha reivindicación política lexítima. Ibarretxe dixo que o Goberno de España interrompeu «o noso autogoberno político», pero, desgrazadamente, non fixo máis que utilizar as ferramentas que lle dá o Estado autonómico pero indivisíbel.
E agora que? Ziarreta (1) dixo que a consulta se vai celebrar malia todos os atrancos, mais Urkullu (2) que respectarán a legalidade. É moi difícil que se se cumpre o de Urkullu se cumpra o de Ziarreta. E o de Urkullu, iso di a experiencia, cumprirase.
O próximo capítulo, de aquí a dous meses: o Goberno vasco pediu ao Tribunal Constitucional que decida antes do 15 de setembro, para poder realizar a tempo a convocatoria de consulta. Entre mentres, paréntese.
NOTAS
(1) Presidente de Eusko Alkartasuna, un dos partidos que forman o actual goberno da Comunidade Autónoma Vasca.
(2) Presidente do Euskadi Buru Batzar, máximo órgano do PNV.
Artigo tirado do xornal ?Berria?do 16 de xullo de 2008]
O xornalista da BBC en Gaza Alan Johnston (no centro), momentos despois da súa liberación en xullo de 2007. REUTERS
LAURA L. CARO, CORRESPONDENTE EN GAZA
A cita é pasada a unha da madrugada nun piso coa porta tachonada de logotipos de Al Qaida, que alguén coa destreza dun carceleiro se apresura a pechar con chaves e cadeas, antes de perderse como unha sombra na negrura do corredor. Gaza está ás escuras. Fóra, as rúas do barrio de Nasser parecen as dun cemiterio, e dentro, a luz dunha soa vea permite distinguir apenas nun salón minúsculo a un home alto vestido á afgá, que sangra continuamente por un oído e arrastra unha perna escaiolada. A penumbra volve a intres sinistra esta casa, onde se refuxian os homes do «Exército do Islam» de maior confianza dos xefes, o poderoso clan Dogmoush. Os que en 2007 mantiveron nun cativerio «espantoso e terrorífico» de 114 días a Alan Johnston, correspondente entón da BBC na franxa de Gaza, sobre cuxo secuestro hai orde de non facer preguntas, baixo advertencia de frear a entrevista en seco. «Somos musulmáns mozos, a nosa ideoloxía é o salafismo yihadista», adiántase o anfitrión ferido a modo de presentación. é Abú Mustafá, palestino de 33 anos, educado durante sete en Alemaña, enxeñeiro mecánico e estudante de Enxeñaría Informática. Un perfil técnico xa clásico entre os terroristas islamitas de maior relevancia, de Osama bin Laden a Mohammed Atta, o piloto do 11-S. De Sheik Mohammed a Ramsi Youssef, cos que comparte unha mesma doutrina. O «Salafismo Yihadista». «Cando chegue o momento -explícase-, chamaremos a todos a que se convertan para instaurar o reino de Alá: se aceptan, serán os nosos irmáns, un Estado islámico protexeralles. Se o rexeitan, pagarán o prezo, porque loitaremos contra todos os infieis e apóstatas cunha gran guerra pola pureza do islam, e a súa única opción será entón a conversión... ou a morte». Escoitándolle, revólvese na cadeira de brazos visiblemente nerviosa un camarada vestido de negro, clónico de Abu Musab ao-Zarqawi, o asasinado xefe de Al Qaida en Iraq, que chista molesto ao improvisado portavoz para que cale. Pero Abú Mustafá segue. «Non temos présa -engade entre frenéticas referencias piadosas ao Corán e Mahoma-, somos moitos en Gaza, miles e miles, e cos erros de Hamás e Fatah cada vez hai máis xente que se nos une, porque entende que nós non perseguimos o falso poder das fronteiras e os homes, senón o poder universal de Alá».
Carceleros encarcerados
Un terceiro home, ataviado con sayos bíblicos e o pano branco característico do xeque Yassin, afunde de súpeto a cabeza entre as mans e arrinca a murmurar atormentado o que parecen oracións. Provoca unha discusión a voces. Teñen medo e non queren falar. Nin que se fale deles.
Desde que o 4 de xullo de 2007, Hamás decidise mostrar ao mundo o seu potencial para impor a orde en Gaza obrigando ao «Exército do islam» a liberar a Alan Johnston, saben que non haberá compaixón coas súas filas. «Non recibiron nin un céntimo polo rescate, non quixeron acordos e Hamás sacoulles ao estranxeiro pola forza... o único que lles regalou a cambio foi deixarlles vivos, de momento, e coa condición de que non se movan», explica un miliciano da Yihad Islámica, enxeñeiro na fabricación de foguetes Kassam, que exerceu como enlace para a reunión.
Hoxe son carceleros encarcerados. De toda a constelación de milicias que se reivindicaron en Gaza vinculadas a Al Qaida, esta foi a única que foi máis aló do vandalismo rueiro contra videoclubes e cafés internet «inmorais» -branco de Shuyuf ao Haq, as «Espadas da Xustiza»-, ou os ataques puntuais a escolas mixtas -obxectivo dos «Salafistas Palestinos» ou «O Exército dos Crentes»-, para exhibir unha verdadeira organización. Capaz de ter cativo durante dezaseis semanas a un británico, capaz de negarse a entregalo e pór con iso contra as cordas a Hamás, coa que mesmo colaboraran en 2006 para capturar ao soldado xudeu Gilad Shalit.
Palestino infiel
«Mire, para nós, quen abrace a doutrina do Islam verdadeiro é o noso irmán, sexa Al Qaida ou Bin Laden, apoiámoslles e apóiannos... pero o palestino infiel é o meu inimigo», intervén o miliciano vestido de negro, deixando entrever a brecha que lles separa do Movemento de Resistencia Islámico no Goberno, deposto, de Gaza.
Saben que o tempo xoga ao seu favor, e que mentres padecen o seu confinamento, Hamás desgástase ante o pobo cunha tregua que pode saír moi mal, e que axenciará a este «Exército do Islam» novos seguidores, frustrados polo baleiro das metas terreais e ansiosos pola procura do Reino universal de Deus.
«Na nosa ideoloxía non está loitar contra Israel pola ocupación, senón porque é un país inxusto e o Islam ordena parar a inxustiza, por iso iríame agora mesmo a explotarme a Tel Aviv coa miña muller -levanta, por primeira vez, a cabeza das súas oracións o terceiro home-, igual que outros o fixeron antes tombando as Torres Xemelgas ou atentando en España porque mataban aos meus irmáns en Iraq. Estamos aquí para parar a inxustiza por Alá». «Quen abrace a doutrina do Islam verdadeiro é o noso irmán, sexa Al Qaida ou Bin Laden»
As Forças de Classe na Luta pela Independência de Israel
A. B. Magil
Primeira Edição:...
Fonte: Problemas - Revista Mensal de Cultura Política nº 21 - Outubro de 1948.
Transcrição e HTML: Fernando A. S. Araújo, Novembro 2007.
Direitos de Reprodução: A cópia ou distribuição deste documento é livre e indefinidamente garantida nos termos da GNU Free Documentation License.
------------------------------------
A ÁREA DE ISRAEL é apenas ligeiramente maior que a do Estado, de Connecticut, e sua população, menor que a de Bronx(1). No entanto, sua luta pela libertação tem um significado épico que afetou as relações internacionais, agitando e atraindo a solidariedade de todos os povos amantes da liberdade.
A Palestina e o Oriente Médio
BÁSICAMENTE, o problema de Israel, como o de toda a Palestina, faz parte do problema do Oriente Médio. É o problema de libertar esta vasta área do controle do imperialismo estrangeiro, e dar livre curso às forças da revolução nacional e social capazes de romper as relações feudais que entravam o desenvolvimento do Oriente Médio. O nascimento do Estado de Israel e a sua presente luta pela independência são uma parte integrante desta colossal transformação.
O Oriente Médio é o maior manancial de petróleo do mundo. Contem quase 42 por cento das reservas de petróleo conhecidas. As companhias petrolíferas americanas possuem hoje cerca de 40 por cento das reservas do Oriente Médio e sua participação está crescendo.
Estes piratas do petróleo mantêm estreitas ligações com o governo dos Estados Unidos, destacadamente com o Departamento de Estado e com o ex-secretário da Defesa, Forrestal. Sua poderosa influência na política americana, em relação à Palestina e ao Oriente Médio, já foi sobejamente provada em depoimentos prestados a comissões do Congresso. Todavia, incorrer na tendência predominante de se pintar o quadro desta política como exclusivamente ligada ao petróleo, é simplificar em demasia o problema. É obscurecer a dependência entre a política com respeito à Palestina e a política exterior americana como um todo e as forças básicas que moldam a ambas.
O Oriente Médio foi um importante cenário de luta pelo poder durante muitos séculos antes de ser o petróleo produzido comercialmente, o que se verificou, pela primeira vez, há cerca de quarenta anos. Esta grande área, que forma a ponte terrestre entre a Europa, a Ásia e a África, foi chamada «o epicentro estratégico do mundo». Ela domina as rotas marítimas para a Índia e o canal mediterrâneo ocidental para a Europa. É o bastião do Canal de Suez, constituindo hoje, afora a Noruega, o único acesso terrestre e aéreo direto para a União Soviética. Ernest Bevin certa vez chamou, com muita propriedade, o Oriente Médio «a garganta do Império Britânico». Em 1919, esta garganta vomitou balas e bombas quando os ingleses utilizaram o Irã como base para as operações militares contra o jovem estado socialista. Hoje, as bases americanas e britânicas no Oriente Médio estão sendo preparadas para uma reedição da cruzada anti-soviética em escala muito maior.
A Nação Judaica
É TENDO em vista este turbulento cenário, como parte inseparável de um gigantesco império petrolífero e uma base para a guerra, que Israel e seus problemas devem ser considerados. Ao mesmo tempo, o Estado judeu, com seus problemas, tem um caráter distinto, próprio, que o separa, sob importantes aspectos, do resto do Oriente Médio.
Os judeus de Israel pertencem a um dos povos mais antigos do mundo e constituem a mais jovem das nações. Embora o sionismo proclamasse a tese de que os judeus de todos os países constituíram, em todo o período de quase dois mil anos desde a sua dispersão, uma só nação, tendo como lar nacional a Palestina, não foram os elos místicos do passado, mas as brutalidades do presente que conduziram ao estabelecimento da nação judaica naquele país.
Hitler fez a diferença. A propagação do terror nazista alterou profundamente o meio social, econômico e cultural dos judeus da Europa, a oeste da fronteira soviética. Alterou este meio de uma forma que atingiu a milhões de pessoas, desenraizando à viva força grande número deles da Alemanha e das nações que caíram sob o guante fascista. Fechadas as portas, praticamente, da maior parte dos outros países, centenas de milhares de judeus procuraram salvação na Palestina. Nos oito anos compreendidos entre 1932 e 1939, mais de 200.000 judeus entraram naquele país. Esse número teria sido ainda maior, não fossem os distúrbios de 1936 a 1939, entre árabes e judeus, que serviram de pretexto aos britânicos para limitar a imigração. Após 1939, somente o Livro Branco, apoiado diretamente pela força, impediu a entrada de outras centenas de milhares de refugiados.
Assim, foi somente na década de trinta que os fatores da nacionalidade começaram a amadurecer, assinalando o início de uma comunidade estável com um mercado nacional e uma economia comum dentro de uma estrutura territorial. A indústria requeria trabalhadores em número adequado e capital, além de experiência técnica para combiná-los na produção. A década de trinta proporcionou esses três elementos, tendo especialmente os imigrantes alemães levado o capital, o conhecimento técnico e, em alguns casos, o equipamento industrial moderno. Foi o que assinalou o primeiro período da expansão industrial na economia judaica da Palestina. Expansão ainda mais rápida teve lugar durante a segunda Guerra Mundial, quando as inversões de capital e o número de trabalhadores duplicaram e a produção industrial aumentou em mais do dobro. Este crescimento das forças do capitalismo industrial, operou uma decisiva mudança qualitativa dentro da comunidade judaica, transformando-a de simples projeto de colonização, que era, numa nação moderna, com território, vida econômica, idioma e cultura comuns. O amadurecimento desta nacionalidade, chocando-se com os esforços britânicos para entravar seu progresso, gerou a luta nacional pela criação do Estado e pela conquista da independência.
O Papel da União Soviética
O NASCIMENTO do Estado judaico tornou-se possível pela confluência de três fatores: a luta de massas dentro da Palestina e o apoio que lhe foi dado pelos povos de outros países; a posição firme e enérgica da União Soviética e das Democracias Populares no seio da Organização das Nações Unidas; e o conflito anglo-americano, que deu à opinião pública dos Estados Unidos a oportunidade de forçar o governo a votar, após muitas vacilações, pela resolução de partilha, a 29 de novembro de 1947.
Bevin levou o problema da Palestina à ONU na esperança de emaranhá-lo ainda mais no conflito internacional e retardar indefinidamente a sua solução. Não há dúvida de que os Estados Unidos teriam feito o jogo da Grã Bretanha se a União Soviética não tivesse defendido vigorosamente as aspirações nacionais dos povos judeu e árabe. Há quem acredite que no histórico discurso de Gromyko a União Soviética adotou posição inversa à que mantinha e abandonou o seu ponto de vista sobre o sionismo. Esta apreciação é superficial. A URSS, baseando-se nos princípios leninistas-stalinistas, sempre se opôs ao imperialismo no Oriente Médio, como em qualquer parte, e sempre foi solidária com as lutas anti-imperialistas de todos os povos. O socialismo é, em principio, contrário a todas as formas de nacionalismo burguês, inclusive o sionismo. Mas o Estado Socialista foi e é solidário com as lutas de libertação das nações oprimidas, mesmo quando elas são lideradas por nacionalistas burgueses, que nunca são conseqüentes na luta contra o imperialismo.
Quando, como resultado dos acontecimentos na Palestina e no campo internacional, as relações entre a comunidade judaica e a potência mandatária se modificaram, e essa comunidade decidiu resistir à Grã Bretanha, a fim de alcançar a sua independência, a União Soviética necessariamente apoiou as aspirações nacionais de ambos os povos palestinos.
A política soviética para com Israel não se baseia em efêmeras considerações táticas. A URSS foi a única entre as grandes potências a demonstrar genuína amizade a Israel e fidelidade à decisão de partilha da ONU, porque somente a sua política se baseia no anti-imperialismo conseqüente e na defesa do direito de auto-determinação nacional, que caracterizam a política exterior soviética.
A Classe Operária Judaica
A CLASSE operária judaica da Palestina não se formou pela draconiana expulsão dos camponeses livres de sua terra, como na Inglaterra ou na maior parte da Europa; nem pela concentração da propriedade territorial, como na Virgínia, e nem tão pouco pela expropriação de pequenos produtores grandemente endividados, como em outras partes das colônias americanas. Na Palestina, a classe operária foi criada como proletariado agrícola por atos deliberados dos imigrantes da camada média, que preferiram trabalhar na terra a continuarem em seus ofícios ou profissões. A princípio, trabalharam para agricultores capitalistas particulares, e mais tarde muitos se empregaram nas fazendas cooperativas de fundos públicos. Com o inevitável ascenso da indústria e o crescimento das construções e dos transportes, os salários mais altos pagos nestes ramos atraíram parte dos trabalhadores agrícolas, bem como novos imigrantes.
O movimento operário na Palestina judaica teve também original desenvolvimento, iniciando-se entre os trabalhadores agrícolas antes do que entre os da indústria. A Histadrut (Federação Geral dos Trabalhadores Judeus) não abrange apenas operários, mas também agricultores individuais das cooperativas, pessoas que trabalham por conta própria nas cidades e que não contratam empregados, e as mulheres dos trabalhadores. Assim, cerca de 40 por cento de seus membros são de categoria social não proletária. E se excluirmos os agricultores das fazendas coletivas (membros do Kibbutzim, que não recebem salários), somente cerca da metade do número aproximado de 200.000 membros da Histadrut são assalariados. Outra característica da Histadrut está em que a colonização e as empresas comerciais com ela relacionadas têm ocupado suas energias tanto, pelo menos, quanto a atividade sindical.
A ideologia de que se imbuiu o movimento operário judaico, desde seu início, foi nacionalista e não internacionalista. Uma das maneiras em que isto se expressou foi no lema chauvinista kibbush avodah (conquista do trabalho), que foi empregado para excluir os trabalhadores árabes das empresas judaicas. Ademais, trata-se de um movimento operário impregnado de reformismo desde seu nascimento. Enquanto em outros países o reformismo nasceu após o estabelecimento dos sindicatos e de apreciável crescimento da indústria, na Palestina ele precedeu a ambos.
Estes cinco fatores ? a origem social pequeno-burguesa, a natureza agrária do movimento operário, a grande camada pequeno-burguesa existente no seio desse movimento, o arraigado chauvinismo da Histadrut e seu caráter reformista ? moldaram o desenvolvimento da classe operária judaica e de suas organizações. Esta classe operária nasceu há tão pouco tempo, que mesmo hoje, apesar do considerável avanço da indústria, ainda não superou suas origens pequeno-burguesas, que o influxo predominante de imigrantes não proletários tende a renovar e a perpetuar. E os agricultores das fazendas coletivas e das cooperativas continuam a exercer uma influência grande e, sob certos aspectos, preponderante no movimento operário e nos partidos dos trabalhadores sionistas.
No entanto, forças contrárias moldaram também a classe operária judaica. Com o crescente desenvolvimento industrial, surgiram greves que cada vez mais destruíram a harmonia que a direção sindical procurava estabelecer com os empregadores. Durante a segunda Guerra Mundial, as greves se intensificaram excepcionalmente em conseqüência da rápida expansão da indústria e da elevação inflacionária do custo da vida.
A maré montante da luta de classe refletiu-se também na Histadrut, onde uma oposição de esquerda conta hoje com o apoio de uma parte numerosa de seus membros.
Um dos mais significativos fenômenos de tempo de guerra foram as primeiras greves conjuntas de trabalhadores judeus e árabes. Ao mesmo tempo, praticamente desapareceram as paredes chauvinistas contra a admissão de trabalhadores árabes. No período de após-guerra, estas greves conjuntas atingiram um nível ainda mais alto, visando as maiores delas as empresas do governo britânico e identificando-se com a luta geral centra o domínio britânico. Este movimento conjunto chegou ao auge em maio de 1947, quando 40.000 trabalhadores árabes e judeus dos acampamentos e oficinas do governo tomaram parte na maior greve já realizada na Palestina.
Estas lutas marcaram um momentoso rompimento com o nacionalismo em desenvolvimento e com a desconfiança mútua inerentes ao meio em que os trabalhadores das duas nações haviam sido criados. O aguçamento da luta de classe e o entrelaçamento mais íntimo das economias árabe e judaica, em conseqüência do crescimento das relações capitalistas dentro de ambas as comunidades, criaram também uma tendência para a cooperação árabe-judáica no movimento sionista. Trata-se de uma tendência, minoritária, que foi representada principalmente pela Hashomer Hatzair, partido sionista de esquerda, com base nas fazendas coletivas e que atualmente integra o Partido dos Trabalhadores Unidos.
A Luta Nacional
A LUTA nacional desencadeada pelo Livro Branco, de 1939, foi também cenário da luta de classe. A questão essencial de resistência ou capitulação ao imperialismo estrangeiro teve a tendência de refletir os alinhamentos de classe. O principal ímpeto na luta pela liberdade partiu dos operários e dos agricultores das fazendas coletivas. Um impulso limitado e inconseqüente nesta direção desenvolveu-se também entre os industriais ? freqüentemente sob a forma de extremo-chauvinismo ou para-fascismo, representada pela ala direita do Partido Revisionista e pela Irgun, seu rebento. No entanto, os industriais não são um fator independente da burguesia comercial e financeira ? ou dos inversores britânicos e americanos na indústria da Palestina. De modo geral, os interesses capitalistas, ligados por mil fios a suas partes correspondentes na metrópole imperialista, resistiram a qualquer ação que pudesse enfraquecer estas lucrativas relações. Por outro lado, os revisionistas refletiram em certa medida a influência capitalista americana, que não era contrária ao afrouxamento do controle britânico na Palestina em favor do americano.
Não muito atrás da burguesia, em subserviência à autoridade britânica, vinha a direção reformista do Partido Trabalhista (Mapai), que controlava o movimento sindical. Através deste partido, social-democrático e da Histadrut, os trabalhadores estiveram durante muitos anos amarrados à política da burguesia, isto é, à colaboração com o imperialismo britânico. Símbolo disso foi a aliança formada, no movimento sionista mundial entre os dirigentes do Partido Trabalhista e o sionista da ala direita geral, Dr. Chaim Weizmann, o arqui-campeão do apaziguamento com os ingleses.
O Livro Branco de 1939 impeliu a comunidade judaica a uma resistência em massa e provocou uma divergência na aliança entre a burguesia e o Mapai. Desde então, os líderes do Partido Trabalhista têm vacilado entre os apelos da direita e a pressão da esquerda. Dentro do próprio partido unia ala esquerda cristalizou-se como resultado das divergências sobre as questões de classe e a questão nacional. Em 1944, esta ala esquerda rompeu com o Partido Trabalhista e formou, ela própria, um partido, a Achdut Avodah (União do Trabalho). Foi este grupo que se tornou uma força dinâmica na Haganah e que teve a principal responsabilidade na criação da Palmach, a unidade mais bem treinada da Haganah.
Mas o caminho da resistência até a luta pela independência foi um caminho que os líderes sionistas trilharam com grande relutância, só o tendo feito depois de malogrados seus esforços de conciliação com a Grã Bretanha e de conter a maré da luta popular.
O Governo de Israel
A GUERRA de libertação nacional movida por Israel contra os mercenários do imperialismo anglo-americano, deu ao mundo novos e magníficos exemplos da coragem, iniciativa e capacidade que emanam de um povo em luta pela sua libertação. Os operários e camponeses que compunham a maioria da Haganah, anteriormente ilegal, aliaram-se aos lutadores sobreviventes dos campos de concentração nazistas na tarefa de forjar e defender o Estado Judaico. O caráter popular da Haganah, conquanto em sua fase inicial estivesse orientada por uma política pró-imperialista; o importante papel que os elementos sionistas de esquerda desempenharam em sua direção; a ausência de uma casta militar e a relativa fraqueza da burguesia e de seu aparelho estatal, combinaram-se para dar ao exército de Israel um caráter predominantemente democrático e popular.
O mesmo não se pode dizer do governo, tanto do provisório, como do que depois foi eleito. Uma coalizão da burguesia e da social-democracía, sob forte pressão do povo, colheu com hesitação as peças do poder estatal lançadas ao vento pelos ingleses em retirada. No entanto, logo que o Estado se tornou um fato consumado, os capitalistas procuraram consolidar sua posição dentro dele e comprometer a guerra de independência através de concessões a Washington e a Londres, operando por trás da fachada das Nações Unidas. Uma facção da classe dominante, temendo o poder das massas democráticas, tentou tomar as rédeas do poder, exclusivamente para si, através da insurreição da Irgun Zvai Leumi, pouco mais de um mês após a criação do Estado. Nessa prova de força, o primeiro ministro Ben Gurion julgou necessário recorrer à esquerda, à Palmach, a fim de conjurar o golpe. Não faltaram à Irgun partidários na ala direita dos sionistas gerais e entre os chefes religiosos da Mizrachi, que é o partido religioso sionista. Todavia, os principais elementos capitalistas preferiram alcançar seus fins por outros meios.
Aplainado o caminho pelos trabalhistas, que ocupavam posições chaves no governo, a burguesia logrou impor sua política de lançar sobre as costas do povo a carga econômica da guerra. O sistema tributário foi modelado essencialmente pelo que vigorava quando da administração britânica: 70 por cento da renda são provenientes dos impostos indiretos; os impostos que gravam as grandes empresas são consideravelmente mais baixos que os dos Estados Unidos e da Grã Bretanha e não se instituiu nenhum tributo para os lucros extraordinários, doações e heranças. O controle de preços é uma farsa maior do que a existente durante a guerra, sob o mandato. Em vista disso, o mercado negro e as especulações floresceram e o custo de vida subiu de 35 a 40por cento durante o ano de 1948.
O curso da luta de Independência de Israel têm-se refletido principalmente nos conflitos em torno de dois pontos essenciais: a política exterior e o caráter social do exército. O último contato girou em torno da chefia do exército e do papel da Palmach. A burguesia israelita teve a má sorte de subir ao poder sem uma força militar «digna de confiança» do seu comando. Mesmo antes da proclamação do Estado, Ben Gurion empenhava-se em remediar esta situação. E após varias manobras, conseguiu expulsar o comandante em chefe da Haganah, Israel Galili, ao Partido dos Trabalhadores Unidos e. dissolver na prática a Palmach, que desde então só existe no nome. Estas medidas foram importantes para a remodelação do exército à imagem do governo. No entanto, a luta ainda não terminou, e os elementos progressistas dispõem de significativa influencia nas forças armadas.
A prova mais importante com que se defronta o governo de Israel, decisiva para o futuro do país, é a política exterior. Os lideres do governo tem declarado repetidas vezes que, no comuto entre o Oriente e o Ocidente, desejam seguir um caminho de estrita «neutralidade». Não há dúvida de que no presente eles não desejam colocar o país aberta e completamente de um dos lados.
Entretanto, o conflito mundial não é geográfico; é entre as forças do imperialismo e do anti-imperialismo em toda parte, entre a democracia e a reação, entre os milhões que lutam pela autodeterminação nacional e os poucos exploradores que procuram o domínio e a opressão mundial. Nesta contenda, o próprio nascimento de Israel foi um ato «não neutro», uma tomada de posição ao.lado do campo anti-imperialista e democrático. E não foi por acaso que a criação do Estado judaico foi combatida e sabotada sob diferentes formas pelos lideres das forças imperialistas mundiais, os Estados Unidos e a Grã Bretanha. O prosseguimento da guerra e a resistência à amputação territorial de Israel colocaram mais ainda o Estado judaico numa situação de incessante conflito com a Grã Bretanha e os Estados Unidos.
Não é por acaso, igualmente, que o estabelecimento do Estado judaico e a defesa da independência de Israel têm contado com o firme apoio dos lideres do campo anti-imperialista, a União Soviética e as Democracias Populares. Dessa forma, a estrita neutralidade é uma miragem: o que fortalece ou enfraquece a independência judaica tende a colocar Israel de um lado ou de outro no conflito mundial. E pode dizer-se que, na medida que o governo tentou manter uma neutralidade espúria ? como por exemplo seu silêncio na questão de se a União Soviética devia ser incluída entre os observadores das Nações Unidas para a trégua ? ele tomou posição contra Israel.
Em segundo lugar, mesmo se o governo de Israel não tomar medidas ativas pára fortalecer seus elos com os círculos dominantes dos Estados Unidos e da Grã Bretanha, a gravitação econômica é de molde a atrai-lo para a órbita imperialista. Somente através de determinadas contra-medidas pode ser ele afastado dessa órbita ? medidas que abranjam a luta contra a dominação do capital estrangeiro, contra as tentativas para marshallizar Israel e em prol de laços econômicos, políticos e culturais com as forças anti-imperialistas de todo o mundo, lideradas pela URSS e pelas Democracias Populares.
A orientação pró-imperialista é mascarada pela insistência em que a política exterior de Israel se baseia nas Nações Unidas. Uma vez que a ONU se baseia essencialmente no controle anglo-americano, esta declaração é um inútil disfarce da subordinação às ordens do imperialismo estrangeiro. A trégua, com seu maquinismo controlado principalmente por Washington, foi um dos aspectos desta subordinação. É significativo o fato de ter sido principalmente a pressão do exército israelita que em várias ocasiões forçou o reinicio da guerra para expulsar os invasores do país.
As relações com a União Soviética têm sido formalmente amistosas e corretas. Essa atitude pode ser constatada numa declaração oficial emitida pelo Ministério do Exterior, numa entrevista coletiva concedida â imprensa em Tel Aviv, a 26 de dezembro de 1948, por Aubrey Eban, representante de Israel nas Nações Unidas. O documento declara:
«Sobre a atitude da URSS durante a Assembléia, o sr. Eban disse que ela fora indeclinavelmente baseada no texto efetivo da resolução de 29 de novembro. Tal fidelidade a uma decisão das Nações Unidas, por um Estado membro, deve ser encarada com respeito».
Respeito! Esta é a única conclusão positiva a que chegam os forjadores da política exterior de Israel sobre o poderoso e conseqüente apoio que seu país recebeu da URSS e seus aliados.
Para a Grã Bretanha tem vigorado uma política de duplicidade. A Grã Bretanha é veementemente denunciada como arqui-inimiga de Israel, e ao mesmo tempo nenhuma medida se toma contra o capital britânico, mesmo quando ele sabota o esforço de guerra, como no caso das refinarias de petróleo de Haifa, cuja produção os ingleses se recusaram a reiniciar. Pelo contrário, recíprocas delegações de homens de negócios britânicos e israelitas estão fortalecendo as relações econômicas e abrindo novos canais para a inversão do que se denomina «capital anglo-judaico». Isto faz parte da inclinação geral para os países imperialistas do ocidente.
No que diz respeito aos Estados Unidos, a atitude pública do governo é a de fingir que existe uma divergência fundamental entre a política americana e a britânica e de apresentar os Estados Unidos como um país amigo de Israel, comparável à União Soviética. As freqüentes traições de Washington são atribuídas a um punhado de diabólicos funcionários pró-britânicos do Departamento de Estado, que estão procurando torpedear a «real» política americana de amizade para com Israel. Isto tem o efeito de facilitar oobjetivo americano de substituir a Grã Bretanha como potência dominante na Palestina, dessa forma fortalecendo toda a posição dos Estados Unidos no Oriente Médio. Politicamente, este objetivo já foi em grande parte alcançado. Deve seguir-se a invasão econômica. E os porta-vozes do governo de Israel estão enviando apelos aos capitalistas americanos para que «venham tomar conta logo».
A situação é idêntica com respeito às contribuições do exterior. Quatro quintos delas vêm dos Estados Unidos, principalmente dos judeus americanos. Este fato foi transformado numa espada de Dámocles pelo governo de Israel e por todos os partidos políticos sionistas. As concessões ao imperialismo americano são defendidas sob a alegação de que Israel não pode romper seus laços com a maior comunidade judaica do mundo. Trata-se de um flagrante sofisma. A população judaica dos Estados Unidos por mais de uma vez tem demonstrado sua amizade e seu apoio a Israel, bem como sua oposição à duplicidade da política dos republicanos e democratas. É a direção da ala direita da Organização Sionista da América, e sua leal oposição, a antiga direção, que aconselham e praticam a subserviência ao imperialismo americano. Esta direção está intimamente associada aos reacionários sionistas gerais de Israel, cujo partido recebeu apenas 5,1 por cento dos votos nas eleições recentemente realizadas. Não obstante, o governo de Israel, chefiado por um partido que se diz socialista, ao invés de apelar para que os judeus da América apóiem a luta para que se torne completamente independente do imperialismo, está, com sua política de apaziguamento, concorrendo para imobilizá-los em face do plano Truman?Dulles de converter Israel numa semi-colônia de Wall Street.
A maioria do povo de Israel, entretanto, não é favorável a uma chamada orientação ocidental, mas a uma orientação visando os interesses de Israel. Eis por que a União Soviética é a potência mais popular no país ? tão popular que na campanha eleitoral até mesmo a Irgun julgou necessário ressaltar em sua plataforma a amizade com a URSS.
A Questão Árabe
O ENREDAMENTO na teia imperialista foi propiciado pela política do governo em relação aos árabes. Esta política não consulta os interesses nacionais, apreciados de um ponto de vista realístico, pois não considera os direitos daqueles que deviam ser os amistosos vizinhos de Israel na Palestina e de uma grande minoria dentro do Estado judaico.
Por mais de uma vez os árabes da Palestina demonstraram sua hostilidade à dominação britânica e seu desejo de independência. Em várias ocasiões, porém, dirigentes reacionários conseguiram trair as lutas do povo, dirigindo-as contra a comunidade judaica. Esta tática foi facilitada pelas diretrizes pró-imperialistas e anti-árabes dos dirigentes sionistas. Qualquer discussão sobre o tratamento dispensado aos árabes da Palestina pelo governo de Israel deve começar com um fato de extrema significação: com exceções relativamente raras, os árabes da Palestina não participaram da luta contra os judeus. Isto representa um contraste com a situação de 1936 a 1939. A recusa das massas árabes da Palestina de aderir aos bandos do Mufti, apesar da pressão reacionária a que foram submetidas, é um fato que foi publicamente reconhecido e saudado pelos líderes judeus.
A população árabe da Palestina constituía, assim, um grande ativo em potencial para o povo e o Estado judeus em sua luta contra os invasores estrangeiros instigados, estipendiados e armados pela Grã Bretanha e os Estados Unidos. O governo de Israel, no entanto, fez quase todo o possível para transformar este ativo potencial num verdadeiro passivo.
Em lugar de anunciar que quando fosse estabelecido um armistício, os refugiados árabes ? cidadãos de Israel aos quais se afiançaram plena igualdade de direitos ? teriam permissão de regressar a seus lares, o governo deu a entender claramente que poucos seriam readmitidos, se é que se vai chegar a fazê-lo. Para justificar esta insensível política, que fortalece a reação árabe, foi necessário falsificar a história. Alimentou-se o mito de que a maioria dos árabes da Palestina atacaram os judeus e que sua fuga representava, nas palavras do ministro do Exterior Moshe Shertok, «a consciência da culpa».
Não menos temerário do ponto de vista dos interesses judaicos é a atitude do governo israelita com respeito ao destino do setor árabe da Palestina. A resolução de partilha tomada pela ONU dispunha sobre a criação de dois Estados independentes, judeu e árabe, politicamente separados, mas economicamente unidos. Não é preciso compreender profundamente a política do Oriente Médio para reconhecer que um Estado árabe democrático e amistoso, afora sua importância para a população árabe da Palestina, é uma necessidade para o povo judaico e seu Estado ? um fator essencial, para, sua vitalidade econômica e sua segurança militar. Entretanto, o governo de Israel assumiu uma atitude de virtual neutralidade relativamente ao futuro da. Palestina árabe. Um porta-voz do governo, comentando a 23 de setembro do ano passado o relatório de Bernadotte, que propunha a anexação do setor árabe à Transjordânia, reinado títere da Grã Bretanha, fez esta surpreendente declaração:
«A situação no que concerne à parte árabe da Palestina parece estar demasiado confusa para justificar qualquer comentário definido».
Manter «neutralidade» nesta questão, como na questão mais ampla da política exterior, significa, na melhor das hipóteses, não-interferência nos planos dos inimigos de Israel, porquanto nem é preciso dizer que a anexação da Palestina árabe por Abdullah, com algumas migalhas de terra talvez lançadas ao Egito e à Síria seria um desastre de vulto para Israel. Isto significa tropas e bases britânicas em sua porta de entrada. E em vez de ter como vizinho um Estado árabe amigo, Israel estaria cercado de inimigos, com sua independência ameaçada diante do poderio militar britânico e com o poderio econômico americano a lhe moldar o futuro.
Durante a campanha eleitoral recentemente havida, os líderes do Partido Trabalhista procuraram justificar esta política e sua hostilidade às forças progressistas no seio dos árabes da Palestina, afivelando a máscara demagógica da «paz».
Cinicamente deram o rótulo de «partido da guerra» àqueles que queriam auxiliar a libertação de toda a Palestina e dar pleno cumprimento à decisão de partilha da ONU.
As Forças Progressistas
AS ORGANIZADAS forças políticas progressistas de Israel estão representadas pelo Partido dos Trabalhadores Unidos (Mapam) e pelo Partido Comunista. Crescentes setores do Partido Trabalhista, inclusive algumas autoridades inferiores, também formam ao lado do Mapam e dos comunistas na maioria das questões.
O Partido dos Trabalhadores Unidos não é apenas o segundo em número de efetivos no país, como também detém importantes posições nas forças armadas, m movimento sindical, nas fazendas coletivas e em muitas outras instituições.
O Mapam é um partido de massa, contando muitos militantes em suas fileiras. Foi formado em 1948 pela fusão dos dois partidos sionistas de esquerda, a Hashomer Hatzair (A Jovem Guarda) e a Achdut Haavodah-Poale Zion (União dos Trabalhadores Sionistas). O último fora estabelecido em 1946 pela fusão da Achdut Haavodah e da Poale Zion de esquerda. A Achdut Haavodah surgiu como ala esquerdista dentro do Partido Trabalhista, rompendo com este em 1944; sua força se distribui entre operários e agricultores das fazendas coletivas. A Poale Zion de esquerdo, um grupo muito menor, que se formara numa cisão entre os social-democratas sionistas, era quase exclusivamente urbana. A Hashomer Hatzair, um tanto maior que a Achdut Haavodah, tinha seus membros principalmente nas fazendas coletivas. Efetivamente, o partido político Hashomer Hatzair foi criado por um movimento de fazendas coletivas do mesmo nome. No partido unificado, todos os três grupos continuam a guardar em apreciável escala sua identidade original, de par com certas diferenças na feição. Não apenas por este motiva, como também porque nenhum dos três grupos componentes é monolítico em estrutura e ideologia, o Mapam é um partido de tendências em conflito.
A plataforma adotada no Congresso que criou o Mapam declara que o partido propugna pela «luta revolucionária de classe», tem por objetivo final «a criação de uma sociedade socialista sem classes» e «baseará sua atividade educacional na teoria, na visão mundial e na estratégia do marxismo». Mas em seus princípios básicos dá-se prioridade à declaração de que «o partido é unânime em reconhecer que no sionismo está a solução do problema judaico...»
Esta tentativa de conciliar o marxismo com o sionismo naturalmente não é nova. Todavia, a ciência de Marx, Engels, Lênin e Stálin nada tem de comum com o nacionalismo burguês ou pequeno-burguês em quaisquer de suas formas. Um estudo do programa, da história, da estrutura, da ideologia e do trabalho prático do Partido dos Trabalhadores Unidos leva à conclusão de que ele é, basicamente, um partido nacionalista, que foi fortemente influenciado pela classe operária avançada da Palestina e do campo internacional. Se, por exemplo, examinarmos a ideologia do Mapam, encontraremos a teoria não marxista, segundo a qual o movimento pelo socialismo na hegemonia judaica da Palestina, pertence não ao proletariado industrial, mas ao setor do proletariado agrícola que vive nas fazendas coletivas, não percebe salários e em seu todo está isolado tanto do inimigo da classe como de seus irmãos e aliados. Isso levou o líder ideológico da Hashomer Hatzair, Meier Yaari, a declarar que «o movimento das fazendas coletivas é o centro do movimento operário do país...»(2).
O Mapam não é um partido de luta. Suas notáveis declarações contra o apaziguamento com o imperialismo anglo-americano, pela cooperação com a União Soviética e seus aliados, pela criação de um Estado árabe democrático e independente, em defesa do caráter democrático do exército e contra várias medidas reacionárias da frente interna ? são quase sempre uma brilhante fachada de palavras sem o conteúdo fértil das ações. Esta ausência de genuína combatividade faz parte da herança sionista pequeno-burguesa do Mapam. Não resta dúvida de que foi o esforço para escapar a um acirrado conflito com o imperialismo americano e seus testas de ferro trabalhistas em Israel que levou a maioria dos dirigentes do partido a rejeitar uma frente única com os comunistas nas recentes eleições. O declínio proporcional na votação do Mapam foi atribuído essencialmente a essa política vacilante e oportunista.
Dentro do Partido dos Trabalhadores Unidos, no entanto, há forças que estão pressionando para o estabelecimento de diretrizes combativas e de uma ação conjunta com os comunistas. Com a passagem do centro de gravidade na luta de libertação nacional da esfera militar para a esfera política e econômica, e com o aguçamento da luta de classe, resta ainda saber se estas forças serão suficientemente fortes e resolutas para colocar o Mapam numa frente comum com os comunistas contra as maquinações oficiais que ameaçam a independência de Israel.
O Partido Comunista
O PARTIDO Comunista é o único partido que abrange árabes e judeus, baseando-se na organização conjunta e na luta dos dois povos. Neste particular, é o único partido verdadeiramente nacional de Israel, uma vez que todos os demais excluem o grupo que constitui hoje 10 por cento da população e que se tornaria uma proporção ainda maior se se permitisse o retorno dos refugiados. O Partido Comunista é o único partido que, por todo o período de quase trinta anos de sua existência, levantou intransigentemente o estandarte da independência e do anti-imperialismo.
Durante quase toda sua história, o partido, até 1943, foi ilegal e ferozmente perseguido pelas autoridades britânicas. Até poucos anos atrás, teve também de enfrentar a franca hostilidade de todos os partidos sionistas, em virtude de sua resistência à colaboração com o imperialismo britânico e sua defesa dos direitos democráticos e nacionais dos árabes. Trabalhando nestas difíceis condições, num país colonial de maioria árabe e numa comunidade judaica cuja nacionalidade ainda era embrionária, o partido cometeu alguns erros durante o período que precedeu a segunda Guerra Mundial, nos quais incorreram também os partidos comunistas dos demais países. Estes erros consistiram em subestimar o desenvolvimento nacional judaico e em não perceber com clareza suficiente certas manifestações reacionárias dentro do movimento nacional anti-imperialista árabe.
Uma vez saído da ilegalidade, o partido começou a fazer rápido progresso. Entretanto, quase no início de sua existência legal, defrontou-se com graves problemas internos e teve de combater desvios nacionalistas tanto de árabes como de judeus. Estas lutas resultaram na divisão dos comunistas árabes e judeus em duas organizações distintas, o Partido Comunista da Palestina e a Liga de Libertação Nacional. Todavia, sob o impacto da guerra de libertação nacional e das novas responsabilidades surgidas com a formação do Estado, e como resultado dos infatigáveis e incessantes esforços do Partido Comunista, as divergências originais foram solucionadas e os dois grupos se reuniram no Partido Comunista de Israel. Esta importante conquista fortalece a classe operária e os povos árabe e judeu em sua luta pela independência nacional, pela paz e pelo progresso social.
Em 1944, o Partido expulsou um grupo judeu da ala direita, que posteriormente organizou um partido próprio. Em dezembro de 1948, este grupo, declarando concordar com os princípios e o programa do Partido Comunista, foi readmitido. Em, fevereiro deste ano, porém, os líderes desse grupo tiveram de ser novamente expulsos ao serem pilhados numa conspiração anti-comunista com o grupo terrorista Stern.
No ano passado, os comunistas conquistaram para si importante posição pelo seu combativo patriotismo e sua transparente oposição a qualquer espécie de capitulação ao imperialismo anglo-americano. Os comunistas pugnaram por uma política de amizade e cooperação com a União Soviética e as Democracias Populares e se opuseram à alienação da independência e do futuro do país a Wall Street. Só os comunistas combateram consequentemente todas as medidas chauvinistas, com respeito aos cidadãos árabes de Israel, exigindo uma política que propiciasse a criação de um Estado árabe independente e democrático, vizinho de Israel. Os comunistas se opuseram às medidas reacionárias internas e defenderam os interesses dos soldados e suas famílias. Auxiliaram a mobilização de todas as energias do país para o esforço de guerra e organizaram ainda o auxílio do estrangeiro. E mais de 80 por cento dos membros judeus do Partido e da Liga da Juventude Comunista serviram nas forças armadas ou em outras formas de serviço militar.
Os comunistas árabes, organizados na Liga de Libertação Nacional, cobriram-se de glória por terem sido a única força política que se opôs ao bando do Mufti e aos invasores estrangeiros, liderando a luta contra os mesmos. Foi a Liga de Libertação Nacional que iniciou, no setor árabe da Palestina, em meio a todo o terror, as demonstrações anti-guerreiras que mereceram amplo apoio das massas árabes e despertaram a admiração da comunidade judaica.
O Partido Comunista foi praticamente o único partido que registrou avanço percentual nas eleições, aumentando seu eleitorado de 2 por cento em 1944 para 3,4 por cento em 1948. Entre os eleitores árabes foi o partido mais votado ? prova do alto nível político alcançado pelos cidadãos árabes de Israel como resultado de suas experiências nos últimos meses.
Perspectivas
A LUTA pela independência nacional de Israel está sob a liderança da burguesia, que lança mão da reacionária social-democracía para obter apoio de massas para sua política. Entretanto, os elementos de esquerda nos sindicatos e no exército possuem uma força apreciável, muito embora, hoje, em conseqüência das diretrizes do Mapam, somente uma parte desta força esteja sendo jogada na luta. É inevitável que com o estabelecimento da paz ou de um armistício prolongado, lutas acesas se desenvolverão em torno das importantes questões de política externa e interna.
Ao mesmo tempo, o fato de a classe operária de Israel ser ainda fortemente influenciada pelas ideologias reformistas e nacionalistas e não ter ainda alcançado maturação suficiente para assumir a liderança política da nação, significa que é muito grande o perigo de que Israel seja arrastado para o sorvedouro do imperialismo americano. A fase militar da luta serviu para obscurecer a escala em que os Estados Unidos já estabeleceram uma posição dominante dentro do Estado judaico. Através da trégua da ONU, do maquinismo de mediação e conciliação, através dos empréstimos concedidos ou adiados e das condições que os acompanham, através da liderança sionista americana e dos fundos que ela controla, através da inversão particular americana e através da pressão exercida por meio de vários Estados árabes, os Estados Unidos estão estendendo o seu controle sobre Israel.
Assim é que o imperialismo americano suplantou a Grã Bretanha, tornando-se o inimigo número um de Israel e de todos os povos do Oriente Médio. Devemos julgar o governo israelita principalmente pela medida em que ele resiste ou capitula diante desse inimigo número um. Conquanto fosse um erro considerar a forte tendência oficial para a rendição nacional como um processo consumado e desprezar as contra-pressões, seria também um grave erro ter o governo israelita na conta de anti-imperialista. É o povo que constitui a força anti-imperialista.
Israel não pode fugir à sua geografia nem à política de sua geografia. É possível a Israel, porém, evitar a vassalagem imperialista, mas só o conseguirá se mobilizar, com todas as forças, não somente suas energias econômicas, políticas e morais internas, mas também seus aliados efetivos e potenciais no Oriente Médio, nos países do socialismo e da Democracia Popular, entre o povo americano e as forças democráticas de toda parte
Para o povo e para o Partido Comunista dos Estados Unidos, a questão da Palestina é parte inseparável da luta contra toda a política de guerra dos partidos Democrata e Republicano pela dominação mundial, que traí os interesses nacionais e torna a América um alva de temor e ódio no mundo inteiro. É precisamente na questão da Palestina que temos testemunhado por diversas vezes os mais amplos e vigorosos protestos contra a política do governo americano. Hoje, os líderes sionistas americanos conseguiram amortecer a maioria destes processos e ocultar com suaves hosanas a verdadeira feição da política, norte-americana.
Nosso Partido, o movimento trabalhista em geral e todas as forças progressistas defrontam-se com a tarefa de continuar a luta, agora num nível diferente, e de organizar os mais amplos esforços entre judeus e não judeus para impedir que Israel se torne «marshallizado» e «forrestalizado». No movimento de auxílio a Israel, devemos dedicar também especial atenção à tarefa de ajudar a classe operária e as forças progressistas, das quais tão essencialmente depende o futuro de Israel.