 El 27 de junio del 2020, el día prometía lluvioso. Un cielo plomizo cubría Mondoñedo y caía una fina llovizna. Pese a ello, a primera hora de la mañana un grupo de intrépidos amigos decidimos desplazarnos hasta las inmediaciones del barrio de Barbeitas, de la parroquia de Santiago de Mondoñedo, con intención de fotografiar y topografiar las tres catas mineras allí realizadas a finales del siglo XIX. Nos desplazamos hasta el lugar de A Picheira, donde dejamos estacionados nuestros vehículos, y después de sortear varios obstáculos, pisamos el trazado del viejo camino de carro que partiendo desde las inmediaciones de las viviendas del río de Sixto nos conduce a Barbeitas o a Gontariz.
La primera cata minera que visitamos es la existente en una parcela de terreno propiedad de los herederos de Feliciano Pardo, antiguo habitante del lugar de Milladoiro (Barbeitas). Desde el trazado del viejo camino, ascendemos monte arriba y después de ir superando la densa vegetación que lo cubre todo, llegamos a la pequeña cavidad abierta al pié de un crestón rocoso. Cavidad de corta longitud, con una altura considerable y abierta en sentido descendente. En su costado derecho se puede observar un manchón de óxido de cobre y cerca de su remate restos de mineral de hierro. Durante su descenso, se aprecian sin dificultad las huellas de las barrenas utilizadas para abrir la cata minera. Esta cata tiene una longitud de algo más de diez metros.
La segunda cata minera, de mayor tamaño que la anterior, se encuentra ubicada en una parcela de monte propiedad de Ramón Leiras Pertega, vecino del barrio de Los Molinos de Arriba. Desde la última vez que estuvimos en el lugar, la vegetación creció de tal manera, que a simple vista no se apreciaba ni el socavón abierto a la entrada de la cata minera. Al ir provisto de una hoz de monte y con botas de goma, me fui abriendo paso monte abajo, con serias dificultades. En el primer intento, fallé. Al regresar junto a mis compañeros, recapacité un instante, pero mi temperamento no me permitió abandonar. Vuelvo a intentarlo, está vez con intención de atacar la cata minera por el costado Este. Las dificultades causadas por la espesa vegetación y las gruesas zarzas fueron considerables, pero en esta ocasión, tuvimos fortuna.
Una vez abierto camino con la oz y localizada su entrada, los compañeros fueron bajando con precaución por el ?nuevo sendero? y una vez en su frontal, fuimos preparando todo el material necesario para topografiar y fotografiar la citada cata minera.
Esta cavidad tiene una longitud de algo más de noventa y tres metros y una altura máxima superior a los tres metros. Se asemeja a la figura del número cuatro. Durante el recorrido nos hemos encontrado con algunos desprendimientos de su techo, con algunas inscripciones en su techo y paredes laterales, con huellas de las barrenas, con algunos caracoles Kimper, con excrementos de murciélagos, pequeñas estalactitas colgando de su techo, retorneadas figuras calizas, con oxido de cobre o con piedra pizarrosa. En su tramo intermedio, nos encontramos con algo de agua en el suelo y con la formación de unas preciosas estalactitas.
En los inicios de la cavidad, en el rostro y en las manos nos daba la sensación de existir una pequeña corriente de aire, lo que en un principio nos extrañó mucho, pero al penetrar unos treinta metros más adentro, a mano derecha, aparece una considerable masa caliza, con unas pequeñas cavidades, las que iluminamos con las linternas, pero no se podía observar su fin. Es por estas estrechas cavidades por donde penetra el aire en la cata minera.
Hay que destacar el tramo final de la mina por ?la presencia de calcita formando una fina capa sobre el agua del suelo y el tramo de espectacular suelo blanco que semeja una costra de sal?. Cuando dimos por rematada la tarea que nos habíamos propuesto, decidimos abandonar la cavidad y salimos a su exterior. La temperatura de nuestros cuerpos aumentó varios grados.
Ascendemos en fila india monte arriba hasta pisar de nuevo el trazado del viejo camino de carro. Eran las 12:45 horas y ya no nos daba tiempo a realizar los mismos trabajos en la cata del lugar de Aguieira. Entre llegar a nuestros vehículos y recoger los pertrechos, se nos echó encima la hora de la comida. Nos despedimos como siempre y en fechas próximas tenemos proyectado rematar nuestra tarea en las catas mineras del barrio de Barbeitas.
Andrés García Doural
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El 27 de septiembre de 1885 se celebraba la popular romería de S. Cosme, en la ermita de su advocación, situada en las inmediaciones del barrio de Samordás, de la parroquia de S. Martín de Galgao (Abadín). A primera hora de la mañana, ocurrió una sensible desgracia.
Una mujer, de estado casada, que iba a primera hora de la mañana transitando por el camino con intención de visitar el Santo, un poco antes de llegar a la edificación de la ermita, sufrió un derrame cerebral, cayendo desplomada al suelo, sin poder hacer nada las personas que la acompañaban por salvar su vida.
Para recordar este trágico suceso, fue colocada una cruz de madera en una pequeña cavidad que se abrió en la parte superior de una pequeña roca, situada a la orilla izquierda del camino, que desde las viviendas de Samordás nos conduce al antiguo Santuario de S. Cosme (1). Durante muchos años permaneció en el lugar una tosca cruz de madera colocada en la cavidad abierta en la roca y esta era conocida entre los vecinos como ?a pena da cruz?. En la actualidad, como hemos comprobado, no quedan restos de la citada cruz de madera. El tiempo transcurrido, el olvido y la ampliación del camino son los culpables de su desaparición.
La persona que nos habló por primera vez de este trágico suceso fue nuestro amigo José ?de Celso?, vecino de Samordás, que lo había escuchado en varias ocasiones a antepasados suyos, y que recordaba perfectamente el lugar donde estuvo colocada la cruz, pero no sabía la fecha del suceso ni el nombre de la víctima.
Intentamos poner fecha al trágico suceso y nombre a la víctima, pero esto último no lo hemos conseguido.
(1)- ?El Regional?, núm. 328, de fecha 4 de octubre de 1.885.
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