 Las manadas de caballos que campean a sus anchas por la ladera de los montes de Carracedo y Rioseco, son los protagonistas de una de las tradiciones más arraigadas de la cultura gallega, durante la estación del verano. Desde hace unos años, con la colaboración de la prensa, radio, televisión y ante un público que crece año tras año, son un gran espectáculo. El hombre continua demostrando su fuerza y su dominio sobre el animal, como lo hacía siglos pasados.
Desde el año 1968, cada cuarto domingo del mes de junio, en el curro levantado en la ladera de los montes de Carracedo y muy cerca del lugar conocido como Campodoso, se reúnen entre doscientas y trescientas cabezas de ganado caballar.
El curro es un recinto cerrado, de forma irregular, cerrado con muros de piedra y estacas de madera. Desde las primeras horas de la mañana del sábado anterior, varios jinetes ascienden a la cumbre de los montes, acompañados de sus dóciles perros pastores, para reunir el ganado que posteriormente será marcado a hierro y despojado de sus crines. Al aproximarse la hora señalada, se escuchan fuertes voces, ladridos de los perros y relinchos de caballerías. Al poco rato aparecen por la empinada ladera unos grupos de caballos, empujados por los jinetes y por los perros hacia el curro. Cuando el ganado ha sido introducido en el curro, un grupo de propietarios, casi siempre rodeados de numerosas cámaras de fotos y de video, se introducen por entre los animales para seleccionar al que hay que marcar o cortar la crin. En este momento, aparecen los conocidos "agarradores" para echar el lazo al cuello al animal que hay que marcar, mientras mantienen a raya a los demás. Tres o cuatro hombres, entre ellos nuestro vecino Armando Lorigados, que goza de gran fama y simpatía, combinan sus fuerzas para derribar al animal y sujetarlo con energía contra el suelo, mientras otro se apresura a colocar en el flaco derecho la marca correspondiente. La antigüedad de alguna marca se eleva a más de 150 años. La marca puede ser unos números o las iniciales del propietario; algunas son todavía hoy en día un misterio. Dentro del curro, uno de los momentos más aguardados por el numeroso público es la pelea de "garañones"; todo un espectáculo.
A las dos de la tarde se da por finalizada la rapa y se celebra una excelente comida campestre, la mayoría de las veces acompañada de orquesta o grupo de gaitas. Por la tarde se acostumbra a realizar una interesante carrera de caballos en un circuito limitado, pero al ocurrir un accidente muy violento entre dos caballos, con resultado de muerte, se extreman las precauciones.
Actualmente, estas fiestas muy tradicionales en Galicia, gozan de excelente salud.
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