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LA CRUZ DE “O POLO” EN ARGOMOSO |
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En una parcela de terreno, situada en el lugar conocido como “O Pontigo”, en las inmediaciones de las viviendas del barrio de A Cuba, de la parroquia de San Pedro de Argomoso, se encuentra colocada una cruz de unos 60 centímetros de altura, esculpida en piedra de granito.
Preguntamos a José García “Matías” y a Ladislao Paz, como personas mayores y nativas del lugar por el origen de tan desconocida cruz. Ambos me respondieron que era conocida como “A cruz do Polo”, pero no podían aportar dato alguno.
A continuación, repasamos el censo municipal de población de Mondoñedo del año 1906 para comprobar si residía en el lugar algún vecino con este apellido. A comienzos del siglo XX, en A Cuba residía Antonio Polo Yáñez, nacido en 1844, de estado viudo. En 1925, residían en su compañía, tres hijos: Luisa, Rosendo y Antonia Polo Losada. Ahora quedaba repasar en el Archivo Diocesano los libros de defunciones de la parroquia de Argomoso.
En esta ocasión tuvimos mayor fortuna. El 5 de marzo de 1888 falleció en el lugar donde está colocada la cruz, el párvulo (menor de siete años) Antonio Polo Losada de accidente. Intervino el juzgado del Distrito. El niño fallecido era hijo de Antonio Polo y de Rosenda Losada, de profesión labradores (1).
Su madre, Rosenda Losada Goyos, falleció el 16 de septiembre de 1897, a los 50 años. Le quedaban de su matrimonio los hijos siguientes: Luisa, Manuel, Rosendo, Antonia, José, José Manuel y Josefa, todos solteros.
Cruz que pasa desapercibida para la gran mayoría de transeúntes, aunque los vecinos de Argomoso conocen perfectamente su ubicación.
(1)-AHDMF, parroquia de San Pedro de Argomoso, libro 2 de defunciones (1852/1913), folio 109. V.
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¡DE PELICULA! |
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Sobre las cuatro de la tarde del domingo 23 de febrero de 1964, un turismo marca Chevrolet y con matrícula M-203322, ocupado por varias personas, bajó a “velocidad de vértigo” la cuesta de Mondoñedo, huyendo de la persecución que le realizaban los motoristas de Tráfico. Advertido el puesto de la guardia civil de Mondoñedo, el subteniente-comandante del puesto (1), acompañado de varios números, se apostó en las inmediaciones de la estación de servicio “San Rosendo” y cementerio municipal. Nada más llegar las fuerzas de orden público, hace su aparición el mencionado turismo a una velocidad realmente “suicida”, sin prestar la menor atención a las señales que se le hacían de manera visible para que se detuviera. Haciendo caso omiso de las señales, enfila la recta de los Xiros y a la altura del lugar de Arroxo, se desvía por una carretera que estaba en construcción, en dirección a Santo Tomé de Lorenzana. Al darse cuenta de que se habían metido en un callejón sin salida, el conductor viró en redondo y emprendió el regreso por la carretera general hacia Mondoñedo, contando que las fuerzas de la guardia civil de Lorenzana estarían esperándolos y que las de Mondoñedo no sospecharían de su retorno.
Pero esta maniobra no dio el resultado apetecido, ya que el subteniente Basanta, aceptando la colaboración de otro turismo, se puso en marcha en dirección a la Costa, para indagar el paradero del vehículo fugitivo. Minutos después de iniciada la marcha, ve venir el turismo perseguido, rápidamente desciende del vehículo y vuelve hacerle señales bien visibles para que se detenga. El conductor hace caso omiso a las señales y pisa con mayor intensidad el acelerador.
El cerco se iba estrechando, pues la guardia civil de Mondoñedo, utilizando coches rápidos, perseguía a tan extraño vehículo y los agentes de tráfico venían a su encuentro desde Villalba. Al comprender los fugitivos que la huida no era posible, a la altura de Los Paredones (actual Mirador), optan por abandonar en el carril izquierdo de la carretera el vehículo y se internan en una zona boscosa de Gontariz. Varias parejas de la Benemérita los persiguen por los montes de Maariz, San Vicente y Sasdónigas. El comentario general de los mindonienses era que los ocupantes del vehículo eran unos jóvenes portugueses que clandestinamente trataban de alcanzar la frontera de Francia con España.
Pese a la intensa lluvia caída durante aquellas horas, es batida la zona sin poder dar alcance a los huidos. Al echarse la noche encima, la guardia civil montó un dispositivo de vigilancia y con las primeras luces del nuevo día, se reanuda la batida. Sobre las nueve de la mañana del día 26 y a la altura de Sasdónigas, una de las parejas de servicio, detiene a cinco individuos de nacionalidad portuguesa. Habían pasado un día y dos noches en el monte sin dormir, comer y con todas sus ropas mojadas.
Conducidos al Cuartel de la guardia civil de Mondoñedo y de acuerdo a los documentos que pudieron presentar, resultaron ser: José y Adriano Carballo Nogueira, Manuel Matías Simoes, Antonio Garrido y José María Santos Matías, de profesión labradores y naturales de la zona de Coimbra. Habían pagado a un desconocido 5.000 escudos (más de 10.000 pesetas al cambio) cada uno, para facilitarles la salida de su país, pasar clandestinamente por España e internarse en Francia, para conseguir trabajo y de esta manera obtener un mayor nivel de vida. Según las gestiones realizadas por la guardia civil, el conductor del vehículo, que todavía no había sido detenido, tenía fijado su domicilio en Vigo.
Han transcurrido prácticamente unos sesenta años de este suceso, que fue ampliamente comentado por la prensa de la época y fue motivo de tertulia entre los vecinos de Mondoñedo. En la actualidad, continúa sucediendo algo parecido, también comentado por la prensa, televisión o medios digitales, pero el ser humano continúa aprovechándose de las debilidades y necesidades de algunos, sin escrúpulo alguno.
(1)- Por la Ley del 24 de julio de 1960 se crean los empleos de sargento 1º y el de subteniente de la guardia civil. El subteniente de la guardia civil, comandante del puesto de Mondoñedo en 1962, se llamaba D. Domingo Basanta Berasategui, con familia política en el entorno de La Fuente Vieja.
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