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CRIMEN EN LA CARRETERA |
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En los años sesenta y comienzos de los setenta del siglo pasado, la orilla de las carreteras y de numerosos caminos estaban jalonadas de diversas cruces o cruceros. Por lo general recordaban la muerte accidental de alguna persona o la muerte violenta de otras. Rebasadas las viviendas del lugar de Pedemonte (Sasdónigas) y las aguas “do Ruxidoiro”, en el margen derecho de la carreta N-634, recordamos ver colocada una pequeña cruz de hierro. Muchas veces nos preguntamos ¿Qué había ocurrido allí? También preguntamos a vecinos de Sasdónigas por su origen. Nos contestaron que siempre la recordaban allí. Revisando un facsímil del periódico “El Agricultor” de Riotorto, encontramos respuesta a nuestras preguntas.
El once de octubre de 1915, aproximadamente a la una de la madrugada, el joven de 18 años, Enrique Díaz Expósito, regresaba de una romería hacia su domicilio de A Xesta, de la parroquia de Santiago de Quende (Abadín). Cuando le faltarían unos doscientos metros para llegar a su domicilio, se encuentra obligado a realizar una necesidad fisiológica y se desvía unos metros del trazado de la carretera general. Cuando se hallaba agachado, pasó por la carretera un grupo de 10 ó 12 mozalbetes, que iban promoviendo bastante alboroto e incluso dispararon algunos tiros al aire. Al notar que una persona se hallaba agachada en las proximidades de la carretera, sin palabra mal sonante, sin reyerta, ni motivo aparente alguno, uno de los mozos apoyó el cañón de una pistola o revólver que llevaba en el vientre de Enrique y le disparó un tiro, dejándolo gravemente herido y continuando su camino, sin que el desafortunado Enrique pudiera reconocer a alguno de ellos y menos a su cobarde agresor (1).
El herido llegó a duras penas a su domicilio, al verlo sus familiares gravemente herido lo trasladaron con prontitud al Hospital de San Pablo de Mondoñedo, con intención de poder operarlo, para extraerle la bala alojada en sus intestinos. Enrique falleció a las quince horas del 13 de octubre de 1915 a consecuencia de la herida producida por disparo de arma de fuego.
Por su parte la guardia civil realizó activas pesquisas, localizando al agresor y a sus acompañantes, que fueron inmediatamente encarcelados en la cárcel de Mondoñedo. El juzgado instruyó el sumario del trágico suceso, en el que aparece convicto y confeso un vecino de San Juan de Romariz y de 19 años de edad. La víctima, de profesión herrero, era hijo de Manuel Díaz Otero y de Josefa Expósito, que regentaban una taberna a la orilla de la carretera en el barrio de A Xesta (2).
Los periódicos: “El Diario de Pontevedra”, “La Idea Moderna” de Lugo, “El Regional” de Lugo y “La Voz de la Verdad” se hicieron eco del trágico suceso.
Para recordar el suceso, la familia de la víctima costeó la colocación de una artística cruz de hierro sobre un bajo muro de piedra. Por dejadez y con la remodelación del trazado de la carretera N-634 y de otras obras realizadas en el entorno, la cruz de hierro que recordaba la muerte violenta de Enrique desapareció del lugar. La imagen pertenece al lugar donde se encontraba colocada la citada cruz de hierro.
(1)- “El Agricultor” de Riotorto, octubre de 1915, núm. 101.
(2)- Registro Civil de Mondoñedo, tomo 34 de defunciones, pág.172.
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UN CAPITÁN DE COUBUEIRA |
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Sabemos de la existencia de este capitán de Infantería por medio de una noticia publicada en la prensa en el año 1885, sobre un incendio ocurrido en una edificación propiedad de su padre en el barrio de A Franca, de la parroquia de Santa María Magdalena de Coubueira, en Mondoñedo. La noticia dice más o menos, así: “El 24 de enero de 1885 se declaró un incendio en el domicilio de D. José García, del lugar de A Franca (Coubueira). Al iniciarse el incendio solamente había en casa una niña de unos cinco meses, hija de un matrimonio joven, que fue sacada con grandes quemaduras y con pocas señales de vida. Las pérdidas materiales no fueron de gran consideración al residir la familia en otra vivienda inmediata y de nueva construcción” (1).
En la noticia se hace referencia a un hijo de D. José, con el empleo de capitán y destinado en aquella fecha en el Batallón Reserva de Sarria, como modelo de buen hijo, al prestar siempre una estimable ayuda a su padre. Ahora quedaba la tarea de buscar en los archivos de Mondoñedo datos de este buen hijo y de consultar algunas hemerotecas militares.
Según el censo municipal de 1856, D. José residía en el lugar de A Franca, de profesión labrador, y su familia estaba compuesta por cuatro miembros.
El capitán se llamaba D. Fulgencio María García Pardo. Había nacido a las ocho de la noche del 15 de enero de 1843 en el lugar de A Franca, de la parroquia de Santa María Magdalena de Coubueira. Era hijo legítimo de José García González, vecino de Coubueira y de Lorenza Pardo, del lugar del Barral, de la parroquia de San Pedro de Argomoso. Fue su madrina: María da Veiga, soltera, hija de Juan Balseiro y de Marta da Veiga, difuntos (2).
En 1879 se le concede a D. Fulgencio la Placa de San Hermenegildo. Con la antigüedad del 25 de mayo de 1880 asciende al empleo de capitán. En 1885, el capitán García Pardo estaba destinado en el Batallón Reserva de Sarria.
D. José, padre de D. Fulgencio, falleció a las siete de la tarde del 10 de mayo de 1887 en su domicilio de A Franca. De su matrimonio le quedaban como hijos: Manuela, casada con José María Rodríguez en A Franca y D. Fulgencio, casado con Dª Teresa, en Lugo (3). La niña que sufrió considerables quemaduras y sobrina de D. Fulgencio, falleció a consecuencia de las mismas el 27 de enero de 1885, a la edad de seis meses.
En julio de 1887 se remite el expediente de D. Fulgencio al Ministerio de la Guerra para el pase a la situación de retiro (4). En 1898, en cumplimiento de lo dispuesto en la Real orden de 4 de agosto, al capitán D. Fulgencio García le corresponden 5.040 pesetas del haber de Clases pasivas de Ultramar (Cuba).
El 29 de mayo de 1899, en una amplia relación de jefes y oficiales retirados de diferentes armas e institutos militares, residentes en Lugo, respetuosamente hacen presente: “Que al estallar las insurrecciones de Cuba y Filipinas y después al declarar la guerra Estados Unidos a España, se ofrecieron, por conducto de la autoridad militar de Lugo al Gobierno de S.M. para prestar sus servicios donde y como estimase disponer, incluso en el Ejército de operaciones en dichas islas, hasta morir o vencer al grito de ¡Viva España! Ofrecimiento que reiteran hoy, para en cualquier circunstancia que la patria les demande”. En esa amplia lista figura el capitán retirado D. Fulgencio García Pardo, natural de Coubueira (Mondoñedo).
En agosto 1899, en virtud de una instancia promovida por el capitán García Pardo, tenía derecho a percibir 210 pesetas mensuales de retiro.
D. Fulgencio falleció en 1910 en Lugo, a los 67 años y en estado de viudez. Destacaba por “la entereza de su carácter y la firmeza y constancia de sus ideales”.
Breves notas de un oficial de Infantería mindoniense que se encontraba olvidado.
(1)- “El Correo Gallego”, núm. 1875, del 31 de enero de 1885, pág.3.
(2)- ADMF, parroquia de Santa María Magdalena de Coubueira, libro 3 de bautizados (1799/1851), pág. 64. Vuelto.
(3)- ADMF, parroquia de Santa María Magdalena de Coubueira, libro 3 de defunciones (1847/1929), pág. 56. Vuelto.
(4)- “El Correo Militar”, del 3 de agosto de 1887, pág.2.
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