
Está fresco, ventoso y lluvioso el tiempo y según los meteorólogos, continuará así por algunos días. Muchas edificaciones del casco urbano de Mondoñedo se encuentran con los canalones rotos o incluso carecen de ellos, viéndonos muchas veces los peatones, sin necesitarlo, duchados con agua fresca. Si el chaparrón cae sobre el parabrisas de nuestros vehículos, perdemos un instante la visión del trazado de la calle y de posibles peatones y vehículos, con el consiguiente riesgo para todos. Si el chaparrón te cae sobre el paraguas, parece que se te va agujerear la tela o doblar el conjunto. En algunas ventanas y galerías de viviendas deshabitadas faltan muchos cristales lo que es aprovechado por las palomas para anidar en su interior y ensuciar el suelo de las aceras. Ya no digamos cuando nos invaden las gaviotas.
Ya en el mes de julio de 1912, siendo Alcalde de Mondoñedo el abogado D. Francisco Díaz Portas, se publica un bando ordenando el blanqueo de las fachadas de las casas que lo necesitaran, el arreglo de canalones, la limpieza de cloacas y el revoque de las paredes que dan a las calles. Aprovechando la publicación del citado bando, la prensa local pedía cortar las hierbas y maleza del cementerio.
Cuando accedió a la alcaldía a mediados de los años sesenta del siglo pasado D. Francisco Mayán Fernández, profesor y Director del Instituto, se renovó la petición a los propietarios y vecinos y además se prohibió sacar el estiércol de las cuadras del ganado durante el día, tender ropas en las ventanas y galerías e incluso, transportar lotes de “estrume” durante las horas diurnas para los domicilios.
Ya han transcurrido algo más de cien años de las primeras noticias sobre el mantenimiento del ornato público, pero las cosas no han progresado nada en las calles, edificaciones y entorno de la población de Mondoñedo. Continúan algunos canalones tirando agua a cantaros (Plaza Concello, calles Febrero, Alfonso VII, Álvaro Cunqueiro, Leiras Pulpeiro, Obispo Sarmiento, Piscinas Municipales, Oficina de Turismo o Puente). La maleza invade algunas aceras o cuelga de los muros de algunas huertas, dificultando el tránsito de las personas (calles del Puente, Febrero, Leiras Pulpeiro, Rúa Villalba, Auditorio, Álvaro Cunqueiro o San Roque). Edificaciones en total ruina (calle Álvaro Cunqueiro, San Roque, Puente, Pascual Veiga, Pardo de Cela u Obispo Sarmiento) con importante riesgo para transeúntes y vehículos.
Les recordamos que por Mondoñedo discurre el trazado del camino Norte y otro alternativo a Santiago de Compostela, el casco urbano es considerado histórico artístico, es considerada una ciudad monumental, se encuentra en la relación de pueblos bonitos de España, etc. Como ciudadano de a píe, me duele escuchar a algunos visitantes: ¡Es un pueblo muy bonito pero está muy descuidado!
Como podemos observar, no hemos mejorado en el cuidado de las edificaciones y del pavimento de las calles, tampoco en su limpieza. Opinamos, que empeoramos en muchas cosas (limpieza de sumideros, ausencia de papeleras, puertas o escaparates llenos de carteles, etc), pese a disponer de más medios técnicos.
La despoblación del casco urbano de Mondoñedo, de abandonarse las tierras de cultivo, incluso las más cercanas a las viviendas, el envejecimiento de la población y la desidia de otros, hacen que transitar por las calles de Mondoñedo produzca cierta tristeza
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En el lugar de Sanguiñedo del barrio de Barbeitas, de la parroquia de Santiago de Mondoñedo, en las inmediaciones de la vivienda de la familia Cora y a la orilla del camino de carro por el que se desciende a la ciudad, se encontraba colocado una esbelta cruz de granito, de unos dos metros cincuenta centímetros de altura. Cruz erigida por devoción de la familia y bendecido por el presbítero D. Vicente Cora González (1853/1931).
Cuando una máquina estaba moviendo tierras para ampliar un camino, sorprendentemente le da un fuerte golpe a la cruz, que se rompe en diversos pedazos y caen esparramados por el suelo. Nos resultó extraño que su propietario (José Antonio Cora) nunca tuviera intención de repararla.
Hace unos años, sus fragmentos fueron trasladados a otro lugar con intención de ser reparada por personas ajenas a la familia, pero la denuncia anónima de un vecino a la Policía Autonómica, hizo que se tuviera que reintegrar al lugar donde había estado colocada. Lugar donde se encuentra depositado en la actualidad, cubierta de maleza y corriendo el riesgo de que se pierda para siempre.
Ante esta esbelta cruz se detenían las conducciones de los cadáveres de los habitantes de la antigua Rilleira de Trigás que descendían hacía la parroquial de Santiago y el sacerdote rezaba un responso.
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