
Se llamaba D. Santiago Ildefonso Bermúdez de Castro. Bautizado en la parroquia de Santiago de Mondoñedo el 23 de enero de 1880. Era hijo de D. Pascual Bermúdez Bermúdez, teniente del Batallón Reserva de Mondoñedo y de Rosa de Castro, residentes en el barrio de Los Molinos de Arriba de Mondoñedo. Era nieto paterno de Javier y de Aquilina, naturales y vecinos de Mondoñedo. Era nieto materno de Josefa, soltera, natural de Cillero (Vivero) y vecina de Los Molinos. Fueron sus padrinos. José Manuel y Aurora, hermanos del recién bautizado.
D. Santiago Bermúdez de Castro ingresa en el Ejercito el 1 de febrero de 1896. Con el empleo de sargento, estaba destinado en el Regimiento de Infantería Zamora, núm. 8 y pide el pase voluntario a las Islas Filipinas. El 18 de septiembre de 1897, el Rey y en su nombre la Reina Regente del Reino, se ha servido conceder ese destino.
Según el “Noticiero de Manila”, D. Santiago fue hecho prisionero por los tagalos en Sariaya, de los que permaneció en cautiverio un largo periodo de tiempo. En noviembre de 1899, todavía permanecía prisionero en Sariaya (Filipinas). Un médico de la Armada, también prisionero de los tagalos, en una atenta carta dice en uno de sus párrafos: “El Gobierno español no debiera de abandonar a las familias de los prisioneros por lo menos cumpliendo lo que está mandado, o sea, abonar a estas familias la mitad del sueldo del prisionero”.
A comienzos del mes de marzo de 1900, D. Santiago figura en una lista facilitada por el general Jaramillo de militares liberados y repatriados en el buque “General Álava” (2).
Ya en libertad y una vez regresado a la Península, en 1910 lo encontramos de sargento destinado en el Regimiento Garellano, núm. 43 y suplica que se le conceda asistir a clases de preparación para el ascenso a oficial de la escala de reserva (3). Por Real orden de 28 de junio de 1911 asciende al empleo de segundo teniente y se le reconoce la antigüedad del 27 de junio de 1910.
El 7 de noviembre de 1911, a D. Santiago Bermúdez, segundo teniente, destinado en el Regimiento de Valencia, núm. 23, de guarnición en Santander, se le concede a su familia prórroga del plazo reglamentario para poder trasladarse, por cuenta del Estado, desde Bilbao a Santander (4).
En noviembre de 1912 es destinado al Regimiento de Andalucía, núm. 52, de guarnición en Santoña (Santander). En este nuevo destino ejerce el cargo de teniente Juez instructor durante varios años. En 1916 ostentaba el empleo de primer teniente de Infantería.
El Rey, de acuerdo con lo informado por la Asamblea de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo, ha tenido a bien conceder al teniente (E.R.) D. Santiago Bermúdez de Castro la Cruz de la referida Orden, con la antigüedad del 5 de noviembre de 1918 (5).
En 1923 lo encontramos destinado en la Academia de Infantería de Toledo. En esta fecha dejamos de localizar datos profesionales del teniente Bermúdez de Castro. Los hermanos, Pascual y Santiago Bermúdez de Castro, naturales del barrio de Los Molinos de Mondoñedo, ambos prisioneros de los tagalos, permanecían olvidados y nosotros, aunque escuetamente, intentamos recordarlos.
(1)-AHDMF, parroquia de Santiago de Mondoñedo, libro 33 de bautizados, folio 54.
(2)- “El Liberal”, núm. 7450, jueves 8 marzo de 1900, pág. 1.
(3)-Diario Oficial del Ministerio de la Guerra, viernes 25 de febrero de 1910, pág. 696.
(4)-Diario Oficial del Ministerio de la Guerra, jueves 9 de noviembre de 1911, pág. 392.
(5)- Diario Oficial del Ministerio de la Guerra, viernes 2 de noviembre de 1920, pág. 507.
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En el lugar conocido como “O Foro”, del barrio de O Pedroso de la parroquia de San Vicente de Mondoñedo existió una bonita cruz confeccionada con mármol de las canteras de Galgao-Sasdónigas. Cruz que fue costeada en 1919 por Manuel Rey Chao (1856-1936), casado con Manuela García Yáñez, natural y vecino del barrio de O Pedroso de la citada parroquia.
La cruz fue colocada en una parte elevada del camino, dentro de una pequeña caseta de piedra, cubierta por un tejado confeccionado con cangos de madera y pizarra y muy próxima a una encrucijada de caminos. En su frontal se detenían los entierros y los propietarios de la cruz disponían de una especie de cajón de madera, donde era colocado el ataúd, los porteadores aprovechaban para descansar e incluso, se relevaban y el cura párroco rezaba un responso.
Al comenzar a deteriorarse la caseta, al ampliarse los caminos para A Valiña, Pradela y para las viviendas del Pedroso y ante el temor a que se deteriorara o incluso se perdiera para siempre, un nieto de Manuel, recogió la cruz de mármol para su domicilio. Lugar donde la conserva en perfecto estado.
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