Para el día 8 de julio del año 2.009, proyectamos un grupo de amigos hacer una excursión al territorio de la poco conocida parroquia de San Jorge del Cadramón, que pertenece al vecino Ayuntamiento de Ferreira del Valle de Oro (Ferreira do Valadouro).
Partimos a media mañana de delante del emblemático edificio del Seminario Conciliar Santa Catalina de Mondoñedo, tomamos la carretera comarcal que nos conduce a la localidad de Ferreira del Valle de Oro, al llegar a la población de la Seara (Alfoz), giramos a nuestra izquierda y atravesamos la parroquia de San Pedro de Mor, a continuación la de San Vicente de Lagoa, más tarde la de Santa María del Pereiro y después de ascender por una carretera estrecha, llena de curvas y rodeada de espesa vegetación llegamos a la de San Jorge del Cadramón. Como alguno de los excursionistas ya había comido alguna vez en la única taberna existente en el Cadramón, encargamos a sus propietarios la comida de mediodía para todos. Nuestra intención desde el primer momento era la de ascender al alto del monte conocido con el peculiar nombre de
?Alto da Espita Vella?.
El tiempo era desfavorable, el suelo estaba mojado, la intensa niebla no nos permitía ver más de treinta metros delante de nosotros e incluso la temperatura ambiente era baja para la época del año en que nos encontramos.
Decidimos caminar un poco por la ladera de los empinados montes, los cuales se encontraban muy poblados de cabezas de ganado vacuno y caballar, bajamos a un pequeño río que desciende del territorio de la parroquia de Montouto y que serpentea por la ladera del monte ?A Espita Vella?, lo vadeamos con facilidad al saltar por encima de unas grandes piedras depositadas en su cauce y comenzamos la ascensión del verde tapiz que cubre la ladera del citado monte. Una vez en la ladera del empinado monte comprobamos que la distancia e inclinación del terreno eran mucho mayores de lo que habían percibido nuestros ojos.
Tomamos la decisión de regresar al punto de partida, volvimos a la taberna del Cadramón en el vehículo en que nos habíamos desplazado a la cumbre de los montes; la hora señalada para la comida estaba próxima. Nos sentamos a la mesa con buen apetito, la comida que nos sirvieron fue una gran tortilla de patata, huevos fritos, unas buenas lonchas de jamón, unos buenísimos chorizos caseros y ensalada de lechuga y tomate, todo acompañado de agua y fresco vino y de postre fruta o tarta helada y como remate un café solo para cada uno. La comida servida estaba exquisita. Debemos destacar el buen trato y las atenciones que nos dispensaron los dueños del establecimiento.
Después de la comida nos desplazamos hasta la antigua capilla de La Filomena, donde hicimos algunas grabaciones de video y diversas fotografías. Más tarde nos fuimos al lugar de
?O Campo? para observar la vivienda donde nació el recordado cura párroco
D. Juan Campo Gómez, muy relacionado con la tercera guerra carlista. Posteriormente nos desplazamos al alejado lugar de
?Portodorío?, donde reside la persona de mayor edad de toda la parroquia.
Una vez en este recóndito lugar, nos encontramos con una mujer caminando por la orilla de la estrecha carretera y le preguntamos por el vecino de tanta edad. Nos responde inmediatamente ¡é o meu marido e venlles aí!. Vaya sorpresa nos llevamos todos, aparece ante nosotros un hombre de baja estatura, calzando unas botas de goma, cubierta su cabeza con una gorra de publicidad y manejando con destreza una carretilla metálica de una rueda, en la que traía una gran hacha, que iba a usar para partir leña. Este gran hombre se llama
Fernando, va cumplir
97 años, tiene una memoria privilegiada y un gran sentido del humor.
Le hicimos algunas preguntas: de la vida en el lugar de ?Portodorío?, del cura D. Juan Campo, de la criada del cura llamada
?Pepa?, del
escondite del cura en los montes de ?La Furna?, de las monterías etc. Nos responde con prontitud a todo lo que le preguntamos y además nos comenta algunas vivencias de su vida profesional como tratante de ganado y de sus tres años como soldado en la guerra civil del 36. Como remate de la conversación mantenida con estas personas intentaremos transcribir un comentario que se nos quedó muy grabado a todos, más o menos dice así:
?En cierta ocasión un vecino de la parroquia llamado Cayetano le mató de un disparo de escopeta el perro al cura párroco D. Juan Campo, creyendo que se trataba de un lobo. El cura preguntaba a los vecinos de la parroquia por el autor de la muerte de su añorado perro, pero no obtenía una respuesta afirmativa. Con motivo del ?Precepto? anual se desplazaron a la parroquia del Cadramón otros sacerdotes e incluso algún fraile para confesar a los numerosos fieles. El párroco les comentó a todos ellos la trágica muerte de su perro y la imposibilidad que tenía de averiguar el autor del suceso. Después de rematadas las confesiones, les pregunta a los religiosos si habían tenido suerte en las averiguaciones. Le responde uno afirmativamente.
D. Juan se dirige al supuesto autor de la muerte de su perro y exclama: ¡Ay Queitano, eite mandar prender, léveme un Santo, eite desterrar, matácheme o can!
Cayetano no dejaba de implorarle perdón a su párroco: ¡Perdóneme Señor, pensei que era o lobo! Después de escuchar las numerosas súplicas de perdón del autor del disparo, D. Juan aplicó el perdón a su feligrés?.
Este incidente es perfectamente recordado por algunos vecinos de la parroquia del Cadramón; nosotros lo recogemos como una anécdota más, como un hecho puntual en la tradición oral del lugar.
Pedimos autorización a Fernando y a su Señora para hacerles algunas fotografías, como recuerdo de los buenos momentos pasados junto a ellos. La tarde transcurrió muy deprisa; como remate damos las gracias a nuestros contertulios y decidimos regresar hacia Mondoñedo. Durante el camino de vuelta no paramos de comentar detalles de nuestra estancia en las agrestes tierras del Cadramón.
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(1)- De esta excursión al Cadramón, se pueden ver en ?YouTube? unos fragmentos de video, realizados por nuestro compañero ?Xeima? y titulados ?Conversaciones con lugareños en Portodorío?.
Un excursionista