
En el año 1969, estaban a pleno rendimiento las obras de remodelación de la Plaza de la catedral de Mondoñedo.
Sin duda, el entorno urbano más característico de Mondoñedo y uno de los más hermosos de Galicia es el de la plaza de la catedral. En su mayor parte asoportalada y presidida por la catedral de la Asunción, con la majestuosa Paula, con su precioso rosetón y el Viejo Consistorio, con el escudo Imperial de Carlos V.
La plaza fue sometida a una profunda reforma en la segunda mitad de los años sesenta, siendo obispo de la diócesis D. Jacinto Argaya Goicoechea. La supresión del antiguo Cantón Grande, del Cantón Pequeño, del atrio de la catedral y la renovación de todo el pavimento le prestaron una nueva fisonomía, a la que desde el año 1981, se han incorporado otros elementos, como la estatua dedicada a D. Álvaro Cunqueiro Mora, con motivo de dedicarle el Día de las Letras Gallegas.
Cuando se retiró el atrio del frontal de la catedral y se levantó su pavimento, aparece un profundo pozo, casi enfrente de la puerta principal, de forma tronco-cónica. Su pared está construida con grandes piedras y su considerable boca, con piedras de cantería.
En un principio, fue una gran sorpresa para las autoridades eclesiásticas y civiles y mucho más para los vecinos. Aunque éramos unos niños, nos acordamos del hallazgo, de algunas personas que descendieron al agujero, como José Ramón Montenegro Espina, Alfredo Losada o Luís Gacio, de los numerosos cubos que se izaron, llenos de tierra y restos (entre ellos huesos y alguna moneda de cobre), que se depositaban enfrente de la relojería de Nilo. Este hallazgo fue motivo de muchos comentarios en su momento.
Autores de prestigio no citan la existencia de este profundo agujero, situado casi enfrente de la puerta principal de la catedral. Otros citan el hallazgo y lo describen como un aljibe.
En un territorio que llueve con mucha frecuencia y que incluso, se sacaron en tiempos no muy lejanos algunas imágenes en rogación para que dejara de llover, no tiene mucho sentido. Su ubicación, tampoco.
Otros dicen: ?Por auto dictado por la Real Audiencia de La Coruña (27-3-1603) se dispuso que en el plazo de cuatro meses se aterraplenasen y cegasen los calabozos, mazmorras, cuevas y algibes que tenían debajo de la torre las jurisdicciones y fortalezas que sus dueños y señores usaban para prisión de sus vasallos?.(1)
Cada uno que opine lo que crea oportuno, aunque tardaremos mucho tiempo en saber su utilidad o posiblemente, nunca.
(1)- Manuel Vázquez Seijas, Fortalezas de Lugo y su provincia, Tomo 1, página 8.
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