 RSP comenta a actuación do ballet español de Ana María, de xira por terras chilenas, e explica para o lector o significado de "a muiñeira"...
23 de abril de 1947
ANA MARÍA Y SU BALLET ESPAÑOL
Por Ramón Suárez Picallo
Un poco más de un año a esta parte el público chileno aficionado al Arte Español, tuvo oportunidad de ver y de aplaudir a varios excelentes conjuntos, representativos de sus diversas manifestaciones, la canción escenificada, el cuadro de época, y las danzas populares, representadas en formas de ballet, caracterizaron a estos conjuntos beneméritos, esforzados por elevar a la jerarquía de lo universal las manifestaciones más peculiares y más puras de la espiritualidad de los pueblos que forman las ricas polifonías y policromías de la Península Ibérica.
Entre estos conjuntos, que el espectador chileno y español residente en Chile, recuerdan con saudoso afecto, hay que destacar a Ana María, la grácil, juvenil y simpática danzarina madrileña por su afán ?muy ímprobo tratándose de bailes de bailarines españoles? de hacer ballet a base de un folklore caracterizado por su individualismo, adverso totalmente ?salvo las danzas vascas, la Sardana de Cataluña y la Muiñeira gallega- a toda disciplina de conjunto, que es alma y esencia, expresión y forma, de lo que suele llamarse propiamente el ballet.
Ana María, con su talento castizo, su vocación de gran artista y su tenacidad española de arre que te arre, se empeñó en la tarea con éxito notorio, eficientemente secundada por un grupo de artistas de primera calidad, entre los que destaca, con personalidad inconfundible su primer bailarín Ximénez, cuyos progresos son evidentes de un año a esta parte en sus mejores interpretaciones.
Aquí están, otra vez en Santiago, Ana María y su ballet Español, en un fugaz paso de cuatro días, rumbo a otros países, actuando en el Teatro Lux. Su debut fue un acontecimiento en el mundo del Arte, de la Cultura y del amor por lo español. Los programas están hechos a base de obras maestras, sirviéndole de fondo el ?Capricho Español?, del gran Rymsky Korsakov, en una versión impecable de gracia, de buen gusto y de emoción popular, alternada con números inolvidables, como la jota; ¡Viva Navarra! Y los primorosos fandangullos, que revelan lo flamenco, imprescindible siempre en todo espectáculo coreográfico español.
LA MUIÑEIRA
Párrafo aparte merece la versión que Ana María ofrece de la Muiñeira (la Molinera); la primorosa danza popular y nacional de Galicia, nacida en el viejo molino colectivo, con rodicio movido con agua, mientras las mozas esperaban turno para moler su grano y los mozos les hacían la ronda, es una de las más bellas obras de arte creadas por un pueblo, con personalidad propia y bien definida. A lo largo de los años y de los siglos, la Muiñeira fue danza de amor, baile religioso y expresión de alegría de todo un País panteísta, que ama a Dios y al Arte en la tierra, en el mar, en los pinares y en los ríos, donde celebra las fiestas del cuerpo y del espíritu.
Hace varios años, cuando el ballet se hizo en Europa el último grito de la moda. Jesús Bal y Gay, musicólogo y escritor, Jefe de la Sección de Folklore del Seminario de Estudios Gallegos de la Universidad de Compostela, señaló en un libro titulado ?Hacía un Ballet Gallego? a la Muiñeira como a una de las danzas colectivas de toda España, más aptas, para crear sobre su base un gran ballet.
Mil poetas y mil músicos escribieron Muiñeiras; pero las más hermosas, las que canta y baila el pueblo al son de la gaita céltica y de los violines desastrados de los ciegos gallegos de ferias y romajes, no tienen autores conocidos. Surgieron del paisaje físico de la tierra y del paisaje emocional de las gentes, con la misma naturalidad con que surge el agua clara de los claros manantiales. Pues bien, Ana María escogió, para hacerla ballet a una de estas versiones innominadas, plena de gracia, de sabor y de expresión añejas, que puede ser bailada, con igual donaire, en las Sierras de Lugo, en las Rías Bajas de Pontevedra, en las Mariñas de La Coruña, o en las tierras orensanas del Xinzo de Limia.
¡Y, vive Dios, que la bailan bien, Ana María y su conjunto! ?Mismamente la bailan ?nos decía un gallego ?enxebre? - es que los ángeles bailan bien la Muiñeira?.
Por lo demás ?y éste es el aliento optimista de nuestro comentario? Ana María, y los otros conjuntos de arte español que visitaron Chile en los últimos tiempos, indican claramente una creciente difusión, cada día más fervorosamente acogida, de la espiritualidad original, que recuerda a estos pueblos de nuestra América, que tienen en ella raíz en la tierra y estrella en el cielo, a modo de heredad y de patrimonio comunes.
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