¿QUÉ VALE MÁS?
¿Qué vale más, un rey o un elefante?
Si me apuran, un elefante; en este caso, africano, especie que se encuentra en peligro de extinción. No así la especie de los monarcas, que cuestan, al erario nacional de España, Inglaterra, Suecia, Dinamarca y otros estados que insisten en mantener carcamales inútiles, más que la manutención de cien mil elefantes y mil senadores, -si nos atenemos a cifras conocidas por todos, considerando, de paso, beneficios relativos comparables-.
El accidente de Juan Carlos Rey, -no sabemos si por el susto ante la mole que había derribado su fusil o por algún extemporáneo mareo etílico-, y la tragedia del paquidermo asesinado, hubieran servido a don Ramón del Valle-Inclán para ilustrar alguna de sus obras esperpénticas, o a Gómez de la Serna para perpetrar nuevas greguerías.
El caso es patético y vergonzoso. En pleno siglo XXI, en medio de las sucesivas crisis del capitalismo salvaje, cuando más de la mitad de la población del planeta vive en condiciones precarias y un tercio de ella padece hambre y carece de mínima asistencia sanitaria y escasa educación, es injustificable, desde el punto de vista moral o simplemente económico, mantener y financiar el boato de castas de la realeza que nada aportan a la vida de sus pueblos, que son el resabio anacrónico de siglos de oprobio e injusticia, mantenidos como falsas tradiciones que sólo amparan la expoliación del prójimo.
Si somos auténticos republicanos y demócratas, debiéramos rechazar cualquier tipo de sujeción monárquica, aunque sea de utilería. Por ello, me declaro ciudadano y jamás súbdito, ni de Habsburgo ni de Borbón ni de Windsor. Los únicos reyes aceptables en una auténtica democracia son: el Rey Feo de los carnavales; el Rey del Pescado Frito; el Rey del Mote con Huesillos, y otros monarcas de utilitarios y sabrosos adjetivos? Por supuesto, todas las reinas de belleza habidas y por haber?
?Yo sigo siendo el Rey?, cantaba la bocona insoportable, Patricia Maldonado, a su querido Augusto, dictador zafio que alguna vez soñó con un imperio como el de su homónimo romano, y con una corona que le preservara del dominio real de su consorte.
Este Juan Carlos soberano, que tuvo de preceptor político a Francisco Franco, porque era ?manejable? (sic), no como su progenitor díscolo, figura como presidente honorario de la WWF, la fundación internacional que ?protege y preserva la vida salvaje?.
¿Quién nos protege a nosotros de estos putañeros y farandulescos ?nobles?, que se pavonean por el ancho y ajeno mundo, dando consejos para que los pueblos expoliados ?vivan mejor??
Gritemos, junto a los republicanos españoles, en el aniversario ochenta y uno de la II República: ?¡Elefante, amigo, el pueblo republicano está contigo?!
Capaz que Naciones Unidas cree una entidad para preservarlos ?a los reyes, no a los elefantes-, de una bendita extinción.
¡Abajo la monarquía! ¡Viva la República!
Edmundo Moure
Abril de 2012