DIARIO DE FERROL - 24/12/2008
Los vecinos de Esmelle se han propuesto, con su trabajo, recordar épocas de un pasado más o menos remoto, y por ello en el ranking de los pueblos van entre los primeros, así lo han reconocido recientemente en las mismísimas Naciones Unidas. En las entretelas de un lugar tan pintoresco han sido reconocidos por lo mucho que vienen currando, allí no hay milagros ni otras vainas, simplemente un amplio grupo de gente, capitaneados por Rafa y Lorenzo, que saben que la primera condición para ir a mejor es trabajar. Se pusieron manos ala obra y, con un toque de fe y un puñado de ilusión, recuperaron viejos molinos, viejos lavaderos y otros factores diferenciados del lugar, lo que les volvió a valer el reconocimiento internacional. Basta ya de reconocer los méritos a los políticos -digo yo- que no hacen más que aumentar las clases pasivas, liarse la manta a la cabeza y retratarse en los periódicos. En Esmelle, ellos y ellas tienen por unión sentimental la tierra que los vio nacer, y por eso la cuidan, ajenos a los problemas burocráticos, porque seguro que como se ven las cosas desde las instituciones, esto no lo consideran un asunto prioritario. Y a lo mejor no lo es, porque aquí no hay PERI, informes preceptivos, ni peritajes, aquí hay ganas de compartir una sociedad distinta, que precisa de otros esquemas mentales y de otras prácticas, y eso sólo se puede hacer en aquel paisaje natural, por un paisanaje bien organizado y amante de un enclave geográfico de moda, sobresaliente a la expansión turística e inmutable al paso del tiempo, y que está plagado de historias locales que confieren carácter a la gente. Por eso Esmelle, sin que nadie lo diga en las Naciones Unidas, a través de los sofisticados medios de comunicación, saben que además de estar jalonado de valiosas reliquias del románico, sus gentes, con gran esmero, eligieron una forma de vida que las circunstancias ya no propician. |