 Cuando un grupo de amigos decidimos rendirle un merecidísimo homenaje a Monseñor D. Enrique Cal Pardo por su fructífera y extensa obra, ante su posible negativa, decidimos pedir ayuda a una persona muy querida por él y de su máxima confianza.
¡Hemos tenido fortuna! Desde un principio contábamos con realizar el acto en el salón de actos del Seminario y la comida de confraternidad en uno de sus comedores. Después de aceptar D. Enrique tal iniciativa, todos creíamos que para tan brillante acto iba a vestir el atuendo de Monseñor. Ya en el interior del salón de actos del Seminario, repleto de público, de ex alumnos, de familiares y amigos, unos opinábamos que si, otros que no. ¡Sorpresa! Aparece D. Enrique con su traje de calle. Hasta para estas cosas le gustaba pasar desapercibido.
Yo conocí a D. Enrique en los años sesenta, cuando yo era un niño y D. Enrique era un joven canónigo y ya un destacado profesor del Seminario Santa Catalina, que se hospedaba en la fonda de la Casa Meilán de la calle Generalísimo Franco (actual de Alfonso VII) de Mondoñedo.
Yo lo he visitado en numerosas ocasiones en su despacho de la catedral para consultar algún documento del archivo que con tanta maestría manejaba o para buscar respuesta a alguna pregunta. Cuando comenzó a tener serios problemas de salud, lo visité en varias ocasiones en su habitación del segundo piso del Seminario. Siempre me recibía con enorme cariño.
En una ocasión, mi compañero y amigo Paco Piñeiro me encargó entregar a D. Enrique una fotografía de gran tamaño, enmarcada en madera, realizada en uno de los claustros del Seminario a los asistentes al citado homenaje y otras fotos de la mesa presidencial. Desde la portería del Seminario le pedí permiso para ascender hasta su dormitorio, lo que hice con celeridad y cuando remato el ascenso de las escaleras, ya me estaba esperando en el pasillo con su bata de casa y una sonrisa en su rostro. Una vez dentro de su habitación, le hice entrega del encargo y me dice: ¡yo no merezco tantas atenciones! Yo le respondo: ¡merece todo esto y mucho más! A continuación me dio un abrazo, como si fuera mi padre, lo que me llegó a emocionar enormemente.
Me acuerdo muchas veces de D. Enrique, de cuando celebraba misa, de salir del Seminario hacia su despacho de la catedral, de llevar la custodia el día de Corpus, de asistir a funerales de personas conocidas, etc. He visitado en alguna ocasión su sepultura del claustro de la catedral, ante la cual me mantengo en silencio, pero no lo puedo hacer por mucho tiempo, pues me invadirme una enorme tristeza ante tan valiosa pérdida.
Cuando necesitamos consultar alguna de sus brillantes publicaciones, y cuando encontramos respuesta a nuestra consulta, se nos viene a la memoria la cantidad de horas de su longeva vida que ha dedicado a la consulta, e incluso transcripción de documentos del archivo catedralicio de Mondoñedo para que otros podamos hacer uso de sus investigaciones. Esperamos que algún día se valore suficientemente su labor.
Yo estaré eternamente agradecido a D. Enrique por la realización del prologo de la publicación que realicé hace unos años sobre la vida y obra del músico militar mindoniense D. José Lodeiro Piñeiroa, autor de la música del primer Himno del F.C. Barcelona en el año 1910 y me siento muy orgulloso de que persona tan brillante y destacada aceptara realizármelo.
Andrés García Doural
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En los años cuarenta se dejó sentir una gran devoción a la Virgen de Fátima en Mondoñedo y sus alrededores.
El 10 de junio de 1947, el obispo de Mondoñedo D. Fernando Quiroga Palacios bendijo la primera piedra del Santuario de Nuestra Señora de Fátima que se iba a construir junto al espacio dedicado a feria en Gontán, parroquia de Santiago de Quende (Abadín). Asistieron al acto numerosas autoridades, entre las que destacaba el Gobernador Civil de la provincia de Lugo (1).
En el año 1949 se adquiere una imagen de Nuestra Señora de Fátima para ser colocada en la iglesia parroquial de Santiago de Mondoñedo; lugar donde se halla en la actualidad.
En el año 1952 se sacó en procesión por diversas calles de Mondoñedo una preciosa imagen de la Virgen de Fátima. La instantánea fue captada en la Avenida Buenos Aires, un poco más adelante de la sierra de madera de D. Enrique Rivas y lugar, desde donde se puede entrar al Barrio de Abajo de Los Molinos. Reconocemos en la imagen a: Lino Baamonde, Manolo Araujo, Rosendo Amor, ?Nini?, Emilio Rico, José ?O Xastre da Fontevella?, a Manolo y Pepe Rivas (Pontedubeda) a Alfonso Martínez, a D. Manuel Lamas (sacerdote) o a D. Perfecto (también sacerdote).
Imagen facilitada por Tarsicio Rico Montes, a quién estoy muy agradecido por su atención.
(1)- D. Enrique Cal Pardo, Estudios Mindonienses número 27, Episcopologio Mindoniense, página 404.
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