A primera hora de la tarde de un día del mes de diciembre de 1903, D. Victoriano López, D. Francisco Díaz Portas y D. Eduardo Lence Santar, parten desde las inmediaciones de la Fuente Vieja en dirección al barrio de Sopena, de la parroquia de Argomoso, con intención de adentrarse en la cueva del Rei Cintolo.
Superan el cauce del Río Sisto, ascienden a los barrios de S. Cayetano y Barbeitas. Descienden por el viejo camino de carro, que estaba hecho un lodazal a consecuencia de las lluvias caídas los últimos días, hasta llegar a las viviendas de Maariz. Posteriormente descienden por ?A Costa da Coruxa?, vadean el cauce del Río Valiñadares por el puente de ?A Veiga? y ascienden al barrio de Sopena.
Para ascender por el estrecho y sinuoso sendero hasta la entrada de la cueva, necesitaron agarrarse varias veces a la maleza. Una vez en la entrada de la cavidad, encendieron las luces de que iban provistos y penetraron en la sala de enfrente a la entrada. Posteriormente lo harían por la que desciende a mano derecha. A las cinco de la tarde, salen de su interior, cuando los últimos rayos de sol doraban la montaña, que encierra en sus entrañas tanta maravilla.
De vuelta a Sopena, hablaron con una vieja, muy vieja, quién les dijo entre otras cosas acerca de la cueva, lo siguiente: ?Era unha mañá d´o mes d´Outoniño, fría e pecha, de nebra com´a boca d´o lobo, cando atopándome gardando ovellas vin sair d´a cova, unha señorita vestida de branco con grandes colonias, e sentándose n´unha pena baixa empezou a peinar seus longos cabelos que s´asemellaban as rayolas d´o sol. Eu quixen achegarme, pro fuxiu com´un lóstrego; mais coma lle caira o peine, qu´era d´ouro, volveu para fora e deu tal resoprido que fixo trembar a terra, quedando un gran cheiro a zorro?
Le preguntaron si sabía algo más de la cueva y la vieja continuó hablando: ?Pol´o inverno síntese así coma se mazasen ferros drento é óyense asobios. O longo da cova naida sabe, anque algús din que´un d´os camiños que ten vai dar ó cimiterio de Lugo y´outro á Santiago?. Le preguntan de nuevo: ¡Y Vd. se atrevería a meterse en la cueva! ?Non, siñor, primeiro andaba arrastrada com´as colebras, pois o que´alí se mete queda encantado e nunca sal?.(1)
Rematada la charla con la vecina de Sopena y al desvanecerse ya la luz diurna, deciden regresar a sus domicilios utilizando el mismo itinerario.
(1)- D. Eduardo Lence Santar, Diario ?El Norte de Galicia?, 28 de diciembre de 1903, página 2.