 El capitán Pedro Fernández Vaamonde y Saavedra y su esposa Dª María de Losada, compran el 28 de octubre de 1627 al convento de S. Salvador de Villanueva de Lorenzana, por 600 ducados de plata, el Coto de Otero, en las proximidades de Mondoñedo.
Los lindes del citado Coto eran: ?Conforme texta todo alrededor, con la jurisdicción del obispado de Mondoñedo. Empieza en las Bidueiras, que están arriba, junto al camino real que viene y va para Castilla y de allí viene derecho por la Valiña abajo a la fuente del Torno y de allí va todo por el agua abajo hasta llegar al molino viejo que fue de Gómez do Río y de Dª Catalina Osorio, y de allí todo por el Rego abajo hasta llegar a la agra y heredad que quedó de Álvaro de Chas, molinero, y por allí vuelve por el camino que va para Los Molinos de la ciudad y parte el dicho camino la dicha jurisdicción de la del Sr. Obispo de Mondoñedo y por allí vuelve por el fondal de la Pumarega de Diego Reigosa, escribano, y por allí sube, por donde viene el agua del Perigote, que pasa junto a la casa nueva que ahora hizo allí el dicho capitán Pedro Fernández Baamonde y de allí sube todo por la Valiña arriba, conforme viene el agua y por los sotos arriba, hasta volver derecho a las Bidueiras, que atrás quedan dichas, donde esta un marco (1), junto de allí, que parte la dicha jurisdicción con la del dicho Señor Obispo?. El Coto de Otero tenía en el año 1751 las siguientes dimensiones: De Este a Oeste, ochocientas cuarenta y ocho varas castellanas y doscientas sesenta y cuatro de Norte a Sur, con una circunferencia de media legua.
Preguntamos a Ángel Díaz García, vecino de ?As Abidueiras?, si por casualidad conocía la existencia de una piedra de grandes dimensiones clavada en el suelo y colocada cerca de las viviendas. Para nuestra sorpresa, nos comento que sí existía y que estaba colocada en el costado de una parcela de terreno de su propiedad. Ya que sabíamos de su existencia, señalamos fecha para conocerla y fotografiarla.
(1)- Este marco, todavía existe y se halla colocado a la orilla de un viejo camino de carro y adosado al muro de piedra que cierra una finca de labor conocida por los vecinos como ?Campo da pena?. Piedra caliza de grandes dimensiones, que sobresale del suelo unos 140 centímetros.
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 Las dos baterías de armas del Grupo 1º del Regimiento de Artillería Lanzacohetes de Campaña, de guarnición en Astorga (León), a finales de los años setenta estaban dotadas de cuatro Lanzacohetes L-10 cada una. Además, de por la matrícula del vehículo en que iban montadas las jaulas, los distinguíamos por unas franjas verticales (verde, roja, amarilla y blanca) de diferentes colores que llevaban pintadas en sus plataformas metálicas. El Lanzador L-10 que aparece en la imagen haciendo fuego real desde el asentamiento de Campomuga hacia las estribaciones del monte Teleno, es el segundo (franja roja) de la segunda batería del Regimiento. Se acostumbraba a disparar con estos lanzadores desde los asentamientos de junto a la ermita de San Roque (Lagunas de Somoza), Río Peces y Campomuga.
A comienzos de los años ochenta, estos lanzadores son retirados y son dotadas las mismas baterías con cuatro Obuses de 105/26 cada una.
El esfuerzo físico realizado por los sirvientes del lanzador para elevar con las mordazas desde el camión de municionamiento los pesados cohetes hasta la boca de la jaula del lanzador, la rapidez para ponerlos en batería (hay que tener en cuenta que estas tareas se realizaban manualmente), la precisión a la hora de colocar las espoletas, colocar estopines, realizar las conexiones del distribuidor, la colocación de datos de tiro, la velocidad con que se salía del asentamiento después de hacer fuego; merecían la pena. Era todo un espectáculo verlos en acción de fuego.
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