
En la fotografía captada en el año 1925 por Matilde Anderson se puede observar el estado de conservación de las viviendas situadas en este trozo de la calle Méndez Núñez (actual de Álvaro Cunqueiro), el estado de sus tejados e incluso las enormes chimeneas de sus cocinas. La mayor parte de ellas disponían de modestos y variados negocios en su planta inferior. Todas las puertas de las viviendas permanecían abiertas la mayor parte del día e incluso llegamos a distinguir el sonido de la mayor parte de ellas.
Al fondo de la imagen se ve la iglesia de Alcántara y la edificación del antiguo convento, donde estuvieron las dependencias del Ayuntamiento durante muchos años y las viejas escuelas, a las que tuvimos la fortuna de asistir durante varios años. Fue nuestro maestro, D. Mauricio, del que guardamos un grato recuerdo.
Pese a que éramos unos niños, de derecha a izquierda de la imagen, recordamos con precisión los vecinos que residían en cada una de ellas. 1)- Eladio Rodríguez ?O Guerra? y Elvira, en compañía de cuatro hijos (6). 2)- Elías Trigo y Felisa, su hija Teresa y su yerno Pepe y dos nietos (6). 3)- Juan Palacios ?O Camuza? y Josefa Maseda (2). 4)- Carmen de ?Benigno? y su tía Cristina (2). 5)- Pedro y Cándido (sastres) ?Os Xaniños?; Germán Blanco (empleado Notaría), su madre y su tía; Ramón López ?Mokas? y Celina Rejes, en compañía de 6 hijos (13). 6)- José Martínez ?O Paragüero?, María Anello y cuatro hijas (6). 7)- María Bouza (1). 8)- Antonio Domenech ?O Canario? y su esposa Dolores (2)- 9)- Dolores González ?Lola?, Fernando González, Amelia y su nieto Fernando (4). 10)- Antonio Canle, Eugenia Insua y tres hijos (5). 11)- José Iravedra Logilde ?O Roxo? y su hija Josefa (2). Suman 49 vecinos.
En el mes de agosto del 2019, solamente residimos en el mismo trozo de la calle Álvaro Cunqueiro 11 vecinos. Ya han desaparecido esas enormes chimeneas y todos los modestos negocios. Muchas edificaciones están deshabitadas, desde hace mucho tiempo, otras se han venido al suelo e incluso sobresale de sus ruinas exuberante vegetación. El panorama es desolador y la esperanza de que en un futuro próximo vuelvan a estar habitadas, la damos por perdida.
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