 A República Dominicana sofriu un importante terremoto o 4 de agosto de 1946. Houbo outra réplica aos catro días. RSP comenta dito desastre, lembrando o agarimo pola poboación da entrañable illa na que -aínda que por pouco tempo- permaneceu no seu periplo como exliado e no que lembra tamén ao dictador Trujillo...
10 de agosto de 1946
CATACLISMO EN SANTO DOMINGO
Por Ramón Suárez Picallo
La República Dominicana, que comparte con Haití la soberanía geográfica, espiritual y política de las tierras isleñas, ?que más amó Colón?, en el Mar de las Antillas, matriz y cuna, paradero y ruta inicial del Descubrimiento, la Conquista y la Colonización españolas en América, acaba de sufrir un terrible cataclismo. Un terremoto, junto con un maremoto de tremenda violencia, han arrasado varias de sus poblaciones, dejando, como resaca, centenares de muertos y 20 mil personas sin hogar.
Porque en horas de soledad, de angustia, de proscripción, de desconsuelo, hemos llegado a sus playas calientes y luminosas, y tuvimos allí trabajo, pan y paz, sentimos como propio, en la carne de nuestro corazón, el dolor del noble pueblo dominicano y le pedimos para él, con el alma en los puntos de pluma, la ayuda de las gentes de bien, civilizadas, cristianas y caritativas, suelen prestar a sus congéneres, en instantes de catástrofe y de desolaciones colectivas. Las localidades de Matanzas, San Francisco de Macoris, Julia Molina, Moka y Puerto Plata, especialmente afectadas por la catástrofe sísmico?geológica, son la flor y la nata, con Santiago de los treinta caballeros, La Vega Real y Ciudad Trujillo, la capital de la nación, de la espiritualidad dominicana, de su riqueza y de su frondoso y exuberante paisaje tropical. Gentes cordiales, cariñosas y hospitalarias, con las puertas abiertas para el forastero y el peregrino, con una taza de café en la mano y una sonrisa a flor de labios a manera de bienvenida, están hoy sin techo y sin ropa, sin comida y sin medicina para sus heridos y enfermos. Chile, tierra de entrañas también sacudidas por las fuerzas ignotas sin freno de la Naturaleza, sabe mucho de este género de desgracias; por eso nos atrevemos a pedir a Chile, a sus hombres y a sus instituciones, una ayuda material y un consuelo moral y solidario para el pueblo dominicano en el trance del dolor y de la angustia.
¡Porque es en trances como éste, cuando la Fraternidad humana, hace que el hombre sea de verdad hermano del hombre!
NATURALEZA Y POLÍTICA
Alguien dijo que en el trópico la política está regida por la Naturaleza; el clima, los accidentes geográficos, los huracanes y los maremotos, suelen quitar y poner presidentes. En la República Dominicana la afirmación es cierta, en lo que se refiere a su historia política de los últimos 15 años.
Efectivamente, el bello país antillano fue víctima varias veces de catástrofes similares a la actual; la última, un violentísimo ciclón que en 1935 derribó la mitad de su capital, que entonces aún se llamaba Santo Domingo de Guzmán. Miles de casas destruidas, más de diez mil muertos y unos treinta mil heridos. El Gobierno no tenía fondos para auxiliar a las víctimas y se produjo ?con razón o sin ella? una ola de descontento popular, casi tan violento como el ciclón mismo. En Santiago de los Caballeros, la bella y cultísima capital del Cibao, se organizó una revolución contra el gobierno del Presidente Vásquez; y una enorme columna insurrecta llegó hasta las puertas de la capital. El presidente renunció entregando el poder al jefe de la revolución. De aquel gobierno revolucionario fue Ministro de la Guerra el actual Presidente de la República, Generalísimo y Doctor Rafael Leonidas Trujillo Molina, Benefactor de la Patria, restaurador de la Economía Nacional, Jefe Único y Director Supremo del Partido Dominicano, que tales y todos éstos son títulos que ostenta el Primer Mandatario de la vieja Guisqueya.
Desde entonces hasta el día de hoy -16 años justos- el Generalísimo Trujillo, fue Presidente en tres períodos contando el actual, con un interregno, a cargo de su grande amigo el doctor Jacinto Bienvenido Peynado. El régimen de Trujillo, sus orígenes, su desarrollo y su carácter; fueron y son motivo de ruda polémica. No es de nuestra incumbencia entrar en ella. Pero señalamos a manera de curiosidad, su nacimiento en un fiero huracán y en sus catastróficas consecuencias y entre un ciclón y un maremoto, la diferencia no es mucha. Ambos son cosas de los elementos incontrolados por la mano del hombre: el mar y el viento.
Y después de esta digresión, volvemos a lo primero: Nuestra solidaridad cordial con el dolor de los dominicanos y un llamamiento fervoroso a los hermanos de América para que acudan a ayudar a mitigarlo dentro de lo posible.
(Artigo publicado xo xornal La Hora, en Santiago de Chile o día 10 de agosto de ... 1946) |