 Un tres de agosto de 1492 Colón partía de Palos en busca dun novo roteiro cara a India... Haití e a República Dominicana, a onde chegou o 12 de novembro dese mesmo ano. Alí estivo exiliado RSP uns meses durante o mandato de Leónidas Trujillo (e de onde fuxiu ata Chile). Estes lugares, foron motivo de comentario en varios artigos como se pode ver nos textos reseñados ao pé e noutros que se difundirán máis adiante...
2 de agosto de 1943
SANTO DOMINGO Y HAITÍ
Por Ramón Suárez Picallo
Haití, es el nombre aborigen, de la famosa Isla, que fue matriz y cuna de la Conquista y Colonización de España en América. Puso sus pies en ella, Cristóbal Colón, el 5 de diciembre de 1492. Le pareció bella y magnífica y le puso por nombre La Española. La proclamó dilecta de sus amores, y los dominicanos de hoy, devotos del Almirante y orgullosos de su abolengo, ponen en sus libros de turismo este remoquete: ?la tierra amada de Colón?. Los restos del Descubridor reposan en la Catedral Primada del Nuevo Mundo, Santa María la Menor, en la capital de la actual República Dominicana.
En la ribera sudoeste de la bahía de Cabo Haitiano, levantó Colón el primer edificio o construcción española de América: el Fuerte Navidad, construido con los restos de la Santa María, naufragada en Guarico; pero el nacimiento verdadero de la colonia, puede señalarse con la fundación de la Ciudad de Santo Domingo de Guzmán ?hoy ciudad Trujillo ? el 4 de agosto de 1496, con la presencia de Bartolomé Colón, hermano del Almirante Descubridor. La histórica ciudad que fue llamada la ?Atenas del Nuevo Mundo?, como sede primera de la cultura española en esta parte del globo (la primera Iglesia, el primer hospital, la primera sede episcopal, la primera Universidad, la primera Real Audiencia, el primer virreinato: estuvieron allí y de allí partieron para sus estupendas hazañas, Pizarro, Cortés, Núñez de Balboa, Fray Bartolomé y otros) tiene una leyenda en torno a su nacimiento: Miguel Díaz, soldado español anduvo a cuchilladas con un criado del Adelantado. Creyendo que lo había matado, huyó del campamento hacia el sur, donde se amancebó con una hermosa india. La bautizó él mismo, y le puso por nombre Catalina. Vivían felices al lado del Río Ozama, hasta que al español le entró ?morriña? de los suyos. Y se volvió con su mujer, al norte para unirse a ellos. El herido no había muerto y Miguel Díaz, obtuvo el perdón de su falta. En cambio comunicó a los españoles, que sabía de un sitio encantador donde los ríos llevaban oro (lo llevaban, efectivamente, pues aún hoy, la República Dominicana es exportadora del precioso metal). Guiados por él llegaron a las riberas de Ozama y fundaron, como queda dicho, la ciudad de Santo Domingo, que, por su importancia, habría de darle después nombre a toda la parte española de la Isla. El viejo nombre de Haití fue adoptado por la Colonia Francesa que ocupaba, en el oeste, una tercera parte del territorio Insular, al proclamarse República Independiente.
Santo Domingo, que solía ser llamado también, el ?Haití español? sufrió tremendos avatares, como colonia de España; fue cedida en los tratados de Rinsvick y Basilea y puesta bajo soberanía francesa, ejercida a través de Haití; en 1808 y 1809, los Dominicanos, auxiliados por los españoles e ingleses se alzaron contra el dominio francés, y restauraron la soberanía española. Haití estaba entonces dividido: el reino de Cristóbal (Henri I) y la República presidida por Petjón, amigo de Bolívar. En diciembre de 1821, el doctor José Núñez de Cáceres, proclama la Independencia de España y trata sin conseguirlo de incorporar Santo Domingo a la Gran Colombia. Este período duró desde diciembre de 1821 a febrero de 1822.
El Presidente de Haití, Jean Pierre Boyer, invade entonces Santo Domingo y ocupa toda la Isla, hasta que, el 27 de febrero de 1844. Juan Pablo Duarte, Francisco del Rosario Sánchez y Ramón Mella, pertenecientes a la sociedad secreta ?La Trinitaria?, proclaman la Independencia de Santo Domingo, separándolo de Haití y formando la actual República Dominicana. Se les llama, por eso, los Padres de la Patria.
Tales acontecimientos, los ocurridos antes, y otros ocurridos después, dieron motivo a polémicas de tipo histórico, ásperas a veces que, aunque muy atenuadas, subsisten aún en nuestros días. Actualmente Haití y la República Dominicana, son virtualmente, naciones aliadas. Las dos han declarado la guerra al Eje y sus gobiernos mantienen excelentes relaciones entre sí y en la Comunidad del resto de las Democracias.
UN TRABAJO HISTÓRICO
Sobre uno de los aspectos de aquellas polémicas, acaba de llegar a nuestras manos un documentado trabajo histórico titulado ?La ocupación de Santo Domingo por Haití?. Se ventila en él la cuestión, acerca de si fue aquello una ocupación militar, o una accesión voluntaria. Su autor ?de quien hablaremos más adelante? sostiene que no hubo ?voluntariedad? y sí, ocupación militar. ?Muéveme a publicar este trabajo ?dice? la circunstancia de que escritores haitianos, algunos muy prominentes, al referirse a aquella etapa dolorosa del pueblo dominicano repiten todavía de tiempo en tiempo, la especie urdida entonces de que la incorporación de Santo Domingo a Haití, fue el resultado de un movimiento operado por nuestros antepasados para unir a ambos pueblos; y, más especialmente, el hecho de haber habido, en nuestro mismo país, quienes hayan admitido semejante aseveración??
Cualquiera que sea el punto de vista que al respecto se tenga ? y nosotros tenemos el nuestro ? un elemental deber de discreción en esta hora de peligro, de defensa y de solidaridad de nuestra América, nos veda entrar y salir en la polémica. Preferimos referirnos al trabajo, como un aporte muy valioso a la bibliografía histórica de América, para el estudio de los que llamaríamos ?problemas de vecindad? entre muchas de sus naciones. Y, sobre todo, dedicarle unas líneas cordiales a su autor, don Manuel de Jesús Troncoso de la Concha, maestro de juristas, escritor ilustre, prócer de la cultura y ex Presidente de la República Dominicana, cargo que ejerció con patriarcal bonhomía.
El doctor Troncoso de la Concha, proviene de una ilustre familia de abolengo universitario de Santiago de Compostela. Él y sus hijos prosiguen en su país, aquella noble tradición intelectual. Es uno de los más ilustres juristas de la Isla y autor de uno de los mejores tratados de Derecho Administrativo del Nuevo Mundo, referido naturalmente, en su parte positiva a las Leyes Dominicanas; pero, rigurosamente científico y universal, en su admirable parte doctrinal y teórica. Consagró su vida al estudio y a la enseñanza. Ocupa cátedra en la Escuela de Leyes de la Universidad de la que fue Vicerrector y Decano de su Facultad. Los estudiantes dominicanos le admiran por su sabiduría y le quieren filialmente, por su bondad proverbial.
La República Dominicana ?poco conocida en América quizá por su posición insular? es un admirable centro de cultura literaria, histórica y jurídica. No sólo en la capital, sino que en su interior, florecen a decenas los centros culturales. La capital del Cibao, ?Santiago de los Treinta Caballeros?, es una de las ciudades más espiritualmente exquisita, de todas las Antillas. Una generación joven de poetas, ensayistas, críticos novelistas, pintores y tallistas, valoran altísimamente la cultura nacional, aparte de sus hombres de Ciencia y de Universidad. Entre los maestros de esa generación ?los Precursores- cuéntase, don Manuel de Jesús Troncoso de la Concha, como universitario nato y maestro de juventudes.
Más que del tema polémico de su hermoso opúsculo, hemos preferido hablar así de su autor. De él, y de su tierra, fértil, cálida, rica y acogedora, donde se dijeron por vez primera en el Nuevo Mundo en lengua castellana, las palabras: Dios, Madre y Amor. Más que en las batallas y en las luchas políticas es en ese carácter de pila bautismal de América, en el que descansa la gloria histórica de la hermosa Isla Antillana, con sus dos naciones, Haití y la República Dominicana, unidas hoy a las demás naciones de ese Hemisferio, en la lucha y en la esperanza de un mundo mejor. Así las saludamos a las dos, al conjuro del nombre ilustre de don Manuel de Jesús Troncoso de la Concha.
(Artigo publicado no xornal La Hora, en Santiago de Chile o día 2 de agosto de ... 1943) |