 Victorio Codovilla,dirixente arxentino e membro fundador do Partido Comunista nese pais,coincidiu con RSP nos anos 1917-1923 nas actividades sindicais e políticas como ven nos indica Hernán Díaz no seu artigo publicado no libro "Ramón Suárez Picallo.A voz esquecida do galeguismo" e do que poñemos o enlace ao pe deste artigo.
Pois ven, en 1944, Victorio Codovilla visita Santiago de Chile e RSP adícalle estas palabras de lembranza...
23 de mayo de 1944
SALUTACIÓN A VICTORIO CODOVILLA
Por Ramón Suárez Picallo
Victorio Codovilla, ?el gringo Codo?, como le llamábamos cordialmente, quienes lo conocimos y tratamos en 1917, 18, 19, 20 hasta el 1923, está en Santiago de Chile, en tránsito para México, donde piensa fijar su residencia.
La presencia del famoso líder popular y democrático aquí, con salud y libertad, significa un triunfo de la solidaridad espiritual y política de América, puesta al servicio de los demócratas. ¡Una cosa rara, casi excepcional, sabiéndose, como se sabe, que ciertas democracias, llamándose y proclamándose tales, genéricamente, no tratan bien a sus mejores servidores específicamente hablando!
Chile, con Colombia, México, Uruguay y Costa Rica, son en nuestra América Democracias auténticas, por dentro y por fuera, tanto en la cáscara como en el meollo, emanadas de la voluntad popular; de ahí que, en ellas cuentan como elemento principal los demócratas, que las sirven y las defienden, en contraste con aquellas otras en las que esos mismos demócratas, lo pasan del todo mal, en las cárceles, en los campos de concentración, o perseguidos, controlados y vigilados, igual o peor que lo serían en los más abominables regímenes totalitarios.
Chile es una democracia auténtica. Por eso está con ella Victorio Codovilla, como huésped bien querido y respetado, traído en alas de aquella solidaridad a que antes aludimos. Para su arribo a estas tierras, que son y serán siempre ?el asilo contra la opresión?, de que supieron en su día Alberdi y Sarmiento, y de que sabemos varios miles de hombres en los días de hoy, de Suárez, Pérez y Rodríguez, trabajó todo Chile: sus obreros, sus campesinos, sus marineros, sus mineros, sus legisladores, sus escritores, sus periodistas, sus artistas y sus poetas; es decir, todos aquellos elementos que cuando gozan, como aquí, de libertad para expresarse, constituyen la sustantividad de una democracia verdadera. La libertad de Codovilla fue un clamor de todo Chile, venturosamente recogido y hecho realidad, por su Primer Magistrado, que es también, el primer demócrata de su Democracia viva y palpitante.
Codovilla merece, en verdad, este esfuerzo; no es del caso hacer aquí su perfil biográfico. Las biografías tienen casi siempre, cierto aire de muerte. Y Victorino Codovilla es vida vigorosa, inquieta y cálida, y seguirá siéndolo por mucho tiempo, para bien de la democracia y de la justicia social, cualquiera que sea la latitud donde él se halle.
Le conocimos cuando era un mozo serio, discutiendo graves problemas doctrinarios; le conocimos más tarde siendo editor de periódicos y folletos, y administrador de publicaciones que, raramente, salían en su fecha prefijada; le vimos luego líder y orientador, y más tarde, combatiente por la libertad y la justicia, en tierras que no eran las suyas, consecuente con el principio de que la justicia y la libertad por ser patrimonio universal de la civilización, deben ser defendidas en todo lugar donde fuesen agredidas y atacadas: España o la India, Argentina o Yugoslavia, la China o el Borneo.
Circunstancias que no es del caso examinar aquí, nos apartaron un día de Victorio Codovilla y de su posición política, después de varios años ?¡años inolvidables por cierto!? de trabajos, de esperanzas y de ilusiones comunes; pero de la separación, quedaban en pie, los días de generosa juventud, dada y ofrendada en jornadas de comunidad ideal por un mundo mejor. ?Jamás nos encontraremos en trincheras enemigas, aunque esas trincheras puedan ser distintas?, dijo alguien entonces. Así fue, gracias a Dios; y, como ?el mundo es un pañuelo?, nos encontramos los hombres en cualquiera de sus esquinas, especialmente aquellos que no quieren renunciar nunca, a su juventud ni a su estirpe original.
Por eso, la presencia en Chile de Victorio Codovilla, el ?gringo Codo?, transeúnte aquí y viajero de América y del mundo, tras de una meta señalada con una estrella, nos recuerda el viejo dicho árabe: ?Los hombres siempre se encuentran, las montañas son las que no se encuentran nunca?. Eso diría hoy Luis Emilio Recabarren , el viejo y común amigo, de Estados Unidos 1056, de Chacabuco 678 y de otros muchos lugares, donde se soñaba y se vivía en la ciudad de Buenos Aires, otrora mirador universal de ilusiones y de inquietudes.
Muchas lluvias y muchos soles empaparon y calentaron el mundo desde aquellos lejanos días. ¡Lluvia de sangre y de muerte cayó sobre los cuerpos y las almas, y hay quien lleva, por eso y para siempre, frío en los huesos!
Pero el recuerdo queda. Está aquí el recuerdo, simbolizado en las manos abiertas y extendidas para un apretón cordial y humano, de afectuosa fraternidad. Y la ilusión está también, la esperanza en un mundo mejor, libre del miedo y libre de la miseria, libre de las fuerzas del mal, y del terror, con los caminos todos libres y abiertos para que por ellos transite el viajero, que lleva en sus labios la ardiente palabra solidaria, y en la frente la estrella señera del Ideal y del Bien.
¡Salutaciones pues, a ese viajero, que ?hoy aquí?, se llama Victorio Codovilla!
(Artigo publicado no xornal La Hora, en Santiago de Chile o día 23 de maio de 1944) |