Este blogue nace co obxecto de difundir a actividade da A. C. Irmáns Suárez Picallo, así como de recuperar e por a disposición do público diversos materiais de interese sobre o noso pasado,ao tempo que damos a coñecer os artigos escritos por Ramón Suárez Picallo e outros autores sadenses.
Estruturamos o blogue en varias seccións, nas que terán cabida noticias de actualidade sobre as nosas actuacións, artigos, textos históricos, fotografías...
Visitas (desde o 05/08/2010)
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125 aniversario do nacemento de RAMÓN SUÁREZ PICALLO |
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Hoxe lembramos o 125 aniversario do nacemento de Ramón Suárez Picallo (04-11-1894) no lugar de Veloi-Sada (A Coruña) e que faleceu no exilio, en Buenos Aires, o 14 de outubro de 1964.
Dende hai once anos as súas cinzas están connosco, tal como era o seu desexo, no cemiterio sadense de O Fiunchedo.
No enlace biografía que aparece ao pé, pódense ler e consultar algunhas biografías de Ramón Suárez Picallo. |
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EL ARDUO ANHELO DE PAZ EN CHILE |
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EL ARDUO ANHELO DE LA PAZ
Durante más un año se han sucedido en Chile continuas y crecientes manifestaciones populares contra el gobierno derechista de Sebastián Piñera y contra el sistema neoliberal imperante, encabezadas y sostenidas, de manera directa y corajuda, por los estudiantes secundarios de colegios emblemáticos como el Instituto Nacional y el Internado Barros Arana, y de otros establecimientos de nuestra alicaída educación pública. Los jóvenes han combatido con escaso apoyo de organizaciones sociales. El ejecutivo los desprestigió, signándolos como ?terroristas? y ?violentistas?, con la ayuda de la prensa venal, representada, sobre todo, por los canales de la televisión abierta.
Piñera y los suyos pensaron que el natural desgaste del movimiento lo llevaría a extinguirse sin mayores complicaciones. No ocurrió así. La pugna social, incubada por los estudiantes, fue acumulándose en la olla a presión ciudadana y el estallido se produjo el 20 de octubre, dos días después que Sebastián Piñera hablara de Chile como ?un oasis en la América del Sur?, para culminar, en su primera etapa, con la marcha multitudinaria más grande de la historia, el sábado 26 de octubre de 2019. El gobierno había recurrido al ?estado de emergencia? y al subsecuente toque de queda, esperando que la presencia de militares en las calles disuadiera a la población. Contaban para ello con la experiencia de la dictadura militar y la memoria del terrorismo de estado que se aplicó en Chile durante diecisiete años.
Se equivocaron rotundamente. Las nuevas generaciones, ciudadanos,entre los dieciocho y los cuarenta años de edad, no vivieron los horrores bajo el imperio inmisericorde de la bota militar. Por ello, se enfrentaron a las fuerzas represoras con un desplante corajudo impensable en aquella época aciaga de los 70? y 80?. Tal desparpajo, por supuesto, no les libró de la brutalidad de los uniformados, ya fuesen carabineros o militares, pero amainó su habitual prepotencia, llevándoles al progresivo agotamiento y regreso a los cuarteles.
Otro factor esencial ha sido la presencia de los personeros del Instituto de Derechos Humanos, de los periodistas internacionales de algunos veedores extranjeros, y de las redes sociales mediáticas lo que obligó, sin duda, a moderarse a las fuerzas represoras, pudiendo haber sido más trágico y luctuoso aún el desenlace de su accionar.
Por otra parte, grupos delictivos bien organizados, cuya raíz podemos rastrear en los núcleos poblacionales del narcotráfico, potenciado durante la dictadura de Pinochet, como elemento desintegrador para neutralizar las potenciales sublevaciones populares, han sido la cara siniestra de una justa rebelión civil que ha procurado desarrollarse de manera pacífica. El lumpen, esos marginales sin conciencia de clase, históricamente al servicio de la derecha; los anarquistas, según otros; los violentistas, como los bautizó el periodismo mercenario y farandulero, olos vándalos ?en desmedro de un antiguo pueblo germano- irrumpieron en la escena provocando considerables destrucciones en la red de Metro, en espacios públicos, incendiando o saqueando locales de comercio establecido. La perfecta figura del caos, aprovechada por el gobierno para desvirtuar las legítimas protestas ciudadanas y asustar a ?fachos pobres?, timoratos y propietarios, lleva a muchos a repudiar las necesarias protestas, sin las cuales los gobernante no ven, no oyen ni sienten.
Un considerable sector, sobre todo de clase media acomodada, ha puesto el grito en el cielo, llamando a condenar la violencia y exigiendo que todas las manifestaciones se lleven a cabo por la vía pacífica. Como propósito ideal esto resulta muy loable, pero los procesos de cambios sociales nunca han funcionado así y es muy improbable que lo hagan en el futuro, si los analizamos a la luz de la Historia contemporánea, partiendo, digamos, de la Revolución Francesa. Para que las clases dominantes cedan parte de sus privilegios, son imprescindibles las convulsiones violentas, el enfrentamiento de los sectores en lucha, hasta que se logre un real equilibrio de fuerzas o un desnivel que obligue a los poderosos a claudicar. Esta dialéctica no varía, puesto que no existe otro procedimiento fiable, menos en una sociedad como la nuestra, donde los dueños de los medios de producción y de la riqueza cuentan con el aparato represivo policial y militar, auténticos gendarmes defensores del valor supremo del sistema: la propiedad.
Si nos remitimos a nuestra breve ?historia patria? de dos siglos, podremos corroborar plenamente este aserto. Bastaría un simple factor en nuestro ordenamiento socioeconómico: la jornada laboral. Cada vez que se ha propuesto reducir la carga horaria de los trabajadores, se han producido enfrentamientos trágicos; recordemos la masacre del 21 de diciembre de 1907, en la escuela Santa María de Iquique, donde el ejército chileno, convocado por el gobierno de entonces, dio muerte a más de tres mil mineros y familiares, incluyendo mujeres, ancianos y niños. Entre sus escasas y mínimas peticiones estaban la de reducir la jornada de trabajo de 12 a 10 horas diarias (de lunes a sábado) y de suprimir el pago con fichas, para que los mineros pudieran adquirir sus bienes fuera de las pulperías que mermaban su escuálido presupuesto, aumentando la descomunal plusvalía de las empresas salitreras. Los oficiales que comandaron aquella masacre fueron gratificados y condecorados por las autoridades de la época. Periódicos como El Mercurio y El Ferrocarril, destacaron la matanza como única vía posible para un ?necesario restablecimiento del orden público?. Entonces, cuando la violencia de Estado persigue esta supuesta armonía cívica y la ?paz social?, se vuelve justificable para los propietarios.
Algo semejante ocurre con nuestros canales de televisión abierta que, con honrosas excepciones (Mónica Rincón), han puesto el acento en los desmanes de los grupos antisociales, sin parar mientes que en varios de estos hechos delictuales han participado miembros del cuerpo de Carabineros, ya sea en la figura de civiles infiltrados, o de manera desembozada, con uniforme, utilizando carros policiales para perpetrar atracos. De esto hay abundantes testimonios gráficos, como asimismo de las agresiones aleves.
Como un hecho de veras curioso y a la vez potente, los millones de manifestantes, en todo Chile, han adoptado una canción del cantautor comunista, Víctor Jara, vilmente asesinado por los militares en 1973, símbolo nacional e internacional de la resistencia contra la dictadura y la ferocidad de sus agentes. El derecho de vivir en paz se corea en cada una de las marchas, de Arica a Punta Arenas, lo que desmiente la interpretación de ?apoliticismo? del movimiento de masas pregonado por el gobierno y la centroderecha conservadora. Su contenido no es una exhortación a la paz ñoña y autosatisfecha de los poderosos, protegidos de toda zozobra en sus reductos, aislados de lo que se niegan a ver, sino un texto revolucionario inspirado en la lucha heroica del pueblo vietnamita contra el poderoso opresor estadounidense, en las décadas de los 60? y 70?:
El derecho de vivir
Poeta Ho Chi Minh
Que golpea de Vietnam
A toda la humanidad
Ningún cañón borrará
El surco de tu arrozal
El derecho de vivir en paz?
Indochina es el lugar
Más allá del ancho mar
Donde revienta la flor
Con genocidio y napalm
La luna es una explosión
Que funde todo el clamor
El derecho de vivir en paz?
Y aunque otra de las características del multitudinario descontento popular sea la ausencia de banderas partidarias, reemplazadas en este caso por la bandera chilena, la mapuche y la magallánica, esta canción ha logrado simbolizar, de manera transversal, el sentido profundo de la lucha contra un opresor interno que, no obstante, obedece a la premisas y mandatos del Fondo Monetario Internacional y de las corporaciones transnacionales, dueñas en gran medida de nuestros recursos naturales y de los bienes comunes enajenados al capitalismo global.
Transcurridas dos semanas de movilizaciones en todo el país, aún el gobierno de la derecha no ha entregado al pueblo demandante ninguna solución concreta, aparte de suspender el alza de treinta pesos en la tarifa del Metro. Se suceden las promesas, los conciliábulos, las presiones de grupos de poder para que Piñera no ceda demasiado y continúe cautelando los privilegios de la clase empresarial. Los representantes de los diversos partidos políticos no salen de su actuar cerrado y burocrático, agudizando el verdadero divorcio con las fuerzas sociales en efervescencia, tan ausentes de liderazgo como los funcionarios de la Moneda, con quienes se reúnen para cocinar la olla podrida.
En estas condiciones, ¿cabe esperar un consenso pacífico, una cesión concertada de prebendas en beneficio de los pobres y marginados de este país?, ¿podemos acaso confiar en las promesas, hoy amables y aun rastreras, de estos mandatarios al filo de la defenestración?Estimo que no. Más aún, en el momento en que la actual presión social se debilite y desdibuje, los dueños del poder volverán a cerrar sus cajas de caudales, apenas entreabiertas hoy, no por convencimiento cívico o moral, sino por miedo a este pueblo vuelto muchedumbre vociferante y exaltada que exige sus derechos, preteridos desde hace tres décadas o más, cuando en Chile renació la esperanza, al término de la feroz dictadura castrense-empresarial que impuso un modelo socioeconómico de funestos resultados, cuyos beneficiarios insisten en que es ?el único modelo posible?, esgrimiendo las manidas comparaciones con Cuba y Venezuela.
La paz por la que muchos claman no es equivalente a la quietud de los sepulcros, sino a un estado de auténtica armonía, fruto de lograr niveles de equidad y justicia exigidos por millones de compatriotas, no como dádivas de buena voluntad de lo que sobra en la mesa del amo, sino como actos concretos de reparación generados merced a la lucha rebelde y sostenida del pueblo trabajador.De lo contrario, seguirán resonando los versos inmortales de Víctor Jara como ?un arma cargada de futuro?:
Es el canto universal
Cadena que hará triunfar
El derecho de vivir en paz
El derecho de vivir en paz.
Edmundo Moure
Día de los Santos Difuntos
2019
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ARDE CHILE |
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En menos de una semana se derrumbó el mejor ejemplo de la política ultra neoliberal en América Latina. El ?oasis chileno? se quedó sin agua, la ?perla? capitalista del Cono Sur se disgregó entre los dedos del presidente magnate, Sebastián Piñera.
Frases broncíneas se viralizaron en las redes sociales: ?Sabíamos que existían las diferencias, pero nunca pensamos que molestaran tanto?; ?estábamos haciendo las cosas bien, pero fuerzas oscuras y externas nos están desestabilizando?; ?el comunismo internacional, liderado por Venezuela, complota para que fracasemos?, etcétera.
La ceguera de la clase social y económica que aún gobierna Chile es endémica; emana desde una visión feudal de la Historia que estos grupos no han podido superar en esta isla del fin del mundo, que sigue imperando incluso entre sus profesionales universitarios: médicos, abogados, ingenieros; qué decir entre los empresarios, convencidos de que el manejo de la economía es un simple ejercicio de ingresar y sacar dinero de la faltriquera de un hacendado del siglo XVIII, pagándoles a sus peones con las migajas que caen de su mesa, pidiéndoles que se encomienden a la Virgen María, si tienen hambre...
En menos de cuarenta y ocho horas, la bomba social estalló, extendiéndose, desde Santiago del Nuevo Extremo, hacia el norte y hacia el sur, en este largo pétalo, no solo de ?mar y vino y nieve?, como escribe Neruda, sino de lava ardiente, flujo de las erupciones provocadas por reiterados abusos, injusticias, latrocinios y corrupciones. En estas últimas, se han visto involucradas, hasta sus cimientos, las instituciones ?respetables? de la sociedad chilena: Iglesia, Fuerzas Armadas, Carabineros?
Ni siquiera los jueces han escapado de esta lacra que permea los organismos del Estado y también la actividad privada. No hay pan que rebanar, como decían nuestras abuelas.
El escándalo de las pensiones miserables, sustentado por el sistema previsional inicuo de las AFP, creado por los ?expertos? de la dictadura, entre ellos, el siniestro lacayo de Pinochet,José Piñera, hermano mayor de Sebastián el Breve; la destrucción concertada de la educación pública, en beneficio del lucro privado, a través de la proliferación de universidades espurias y sin acreditación académica rigurosa; el negocio impune de la salud, administrada por inescrupulosos mercaderes, como el actual ministro de la cartera, doctor Sergio Mañalich, dueño de una de las mayores clínicas-hoteles, como se conocen entre nosotros; el sistema de subcontratación de servicios y tareas productivas, que perjudica aún más los bajos salarios y deja a miles de trabajadores sin protección social; la apropiación del agua por particulares y empresas mineras, cuyos manejos venales han ido destruyendo la actividad de los pequeños propietarios agrícolas y crianceros de la zona central de Chile, hoy asolada por la peor sequía de los últimos cincuenta años; la tala de los bosques nativos y su reemplazo por especies de rápida productividad, favoreciendo a las grandes forestales que, en la zona de la Araucanía, usurpan los territorios mapuches y ahogan su cultura; la contaminación de ríos, lagos y mares, mediante un manejo abusivo de los recursos pesqueros?
La lista de iniquidades y trapacerías resulta interminable y no cabe en una simple crónica. Sin embargo, su extensión y hondura en el tiempo han provocado el incendio civil cuyas llamas amenazan, tanto a los poderes fácticos como a los instituidos. Los canales de la televisión abierta y los periódicos de mayor tiraje, todos al servicio incondicional del poder, hacen gala de su hipocresía desinformativa, poniendo el acento en los saqueos, desmanes y quemas de supermercados, farmacias y tiendas; destrozos y sabotajes en la red del Metro, algunos de ellos de sospechosa ocurrencia? Omiten la fuerza y extensión de las protestas sociales en contra del gobierno derechista; asimismo, los asesinatos y vejámenes contra civiles, por parte de la policía y la soldadesca drogada, esgrimiendo la manida coartada de supuestas provocaciones. Es decir, la amenaza de una olla que se golpea versus una AK6 manejada por un energúmeno acorazado.
Cincuenta muertos, cientos de torturados, miles de heridos que no figuran en las ?informaciones? de la gran prensa amarilla. Se ha impedido al director del Instituto de Derechos Humanos el ingreso a los centros asistenciales de salud, negándole toda información fehaciente sobre muertos y lesionados. Menos mal que contamos con las redes sociales y medios no vendidos al sistema, para informarnos de la realidad que estamos viviendo, que supera con mucho las febles y erráticas respuestas del poder ejecutivo y sus ridículas medidas de mitigación ante la conmoción nacional. Porque un incendio de esta magnitud no se apaga con gasolina, ni con tanquetas ni con la más despiadada de las represiones, invocando, como hace la derecha extrema, al fantasma de Augusto Pinochet.
Por su parte, el parlamento chileno está dando un triste espectáculo, alejado de la gente, como ha sido su tónica durante veinte años, enfrascados sus miembros a sueldo en descalificaciones e insultos mutuos, ignorando las reales aspiraciones y necesidades del pueblo.
Y aunque ?Carlos Marx esté muerto y enterrado?, hoy en día, Sebastián Piñera, exhausto y aterrado ante la amenaza de las ?hordas marxistas?, parece repetir lo cantado por Serrat en un tema memorable:
-?Amo, se nos está llenando de pobres el recibidor?.
-?Diles que el señor no está, que anda de viaje y que no sabes cuándo va a regresar??
Mientras tanto, Chile seguirá ardiendo. ¿Hasta cuándo?
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Edmundo Moure
Octubre 23, 2019
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VISITA SADA O PRESIDENTE DA FEDERACIÓN DE ASOCIACIÓNS GALEGAS DA REPÚBLICA ARXENTINA |
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O vindeiro luns, aproveitando a visita que nos fai Diego Martínez, presidente da Federación de Asociacións Galegas da República Arxentina, poderemos escoitalo na capela de San Roque para que nos fale acerca da entidade que preside. Farémolo no marco do 125 aniversario do nacemento de Ramón Suárez Picallo, quen tamén foi un destacado dirixente da Federación durante a súa prolongada estadía en Bos Aires.
Agardámosvos! |
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OFRENDA FLORAL A SUÁREZ PICALLO |
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A A.C. Irmáns Suárez Picallo celebrará este luns día 14 a tradicional ofrenda floral a Ramón Suárez Picallo no cemiterio do Fiunchedo en Sada ás 18.30 horas con motivo do 55 aniversario do seu pasamento acaecido no exilio en Buenos Aires no ano 1964. Desde o 14 de outubro de 2008, as suas cinzas están depositadas no cemiterio de Sada.
No acto lembrarémolo coa lectura dalgúns textos e concluiremos cunha ofrenda floral.
Ao remate entregarase o Caderno de Estudos Xerais nº 16 titulado: Significado de Luis Seoane no contexto da cultura galega do século XX que contén a "laudatio" que o pasado día 1 de abril, no Día das Artes Galegas, pronunciou o académico Xosé Díaz Arias de Castro no Teatro Colón da Coruña. |
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CAMIÑO MARIÑÁN |
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Para o vindeiro domingo día 6, Nova Troula e a A. C. Irmáns Suárez Picallo temos unha interesante proposta. Coa compaña das persoas que queirades participar, percorreremos a pé o tramo entre Sada e Betanzos da vella ruta de peregrinación a Compostela que partía de Fontán, onde desembarcaban os peregrinos ata o século XVIII. Seguiremos, na medida do posible, o itinerario orixinal deténdonos en diferentes puntos de interese e realizando unha visita ao mosteiro de Bergondo, onde xantaremos.
Tedes máis información no cartaz. |
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DIARIO DE COMPOSTELA |
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?Cada peregrino carga con su fardel y su historia, con sus motivos y sus pensamientos? Hay tantas razones para echarse a andar hacia el oeste, hacia Compostela, como personas emprenden el camino, misterios andantes??(La Voz de Galicia; Anne Carson)
Me comento a mí mismo ?aunque no sea yo Walt Whitman, a dos siglos de su auroral nacimiento-? No obstante, me refiero y celebro en este breve libro que escribí, hace diez años, luego de completar la ruta portuguesa del Camino de Santiago, con mis amigos de estirpe gallega, nacidos como yo, en este Último Reino, sur de sures y postrer Finisterre planetario: Pascual Veiga López y Gonzalo Veiga Riveros.
Se trata de mi noveno viaje a la Terra Nai, a donde no he vuelto desde hace una década, a donde quisiera volver o regresar cada día, porque, bien lo sabes ya querido (a) lector (a), cómo nos clava la saeta de la nostalgia ese lugar único y encantado que nos elige, como un amor que sorprende y desemboca en esa suerte de pasmo o asombro de una revelación, encuentro que esperábamos, sin saberlo, y que estalla de súbito, como una cascada (cachoeira) que cae sobre las aguas quietas de nuestro sueño dormido, para enlazarnos a un afecto secreto que atesorábamos en silencio, y que ahora quisiéramos comunicar y compartir a los cuatro vientos, aunque el tiempo procure ahogar nuestros impulsos y expansiones otrora juveniles.
Vuelvo a ofrecer este libro?posible merced a la munificencia de Pascual Veiga López-, a mis amigos, parientes consanguíneos y de afinidad, conocidos en el mundo de las letras, colegas en el largo río de apremios laborales? La recepción ha sido escasa, débil, como eco perdido entre los montes de una vasta región desolada. Pero el texto está aquí, entre mis manos, con su vieja y nueva portada: el rostro de la catedral de Santiago de Compostela, iluminado por las luces de oro del crepúsculo sobre la ciudad apostólica.
No se trata, claro, de una obra literaria señera ni de un cenit creativo de este avezado y modesto escriba, pero es un trazo significativo entre tantos caminos recorridos, a la antigua manera peregrina, a pie, como me ha gustado, como me agrada todavía sin que el peso de ocho décadas logre menguar la voluntad de mis pasos sobre múltiples senderos y calles, rúas y derroteros. Así lo escribo en el Diario de Compostela:
?Nos reencontramos con mi amigo, Pascual Veiga, hace cuatro años? Había pasado mucho tiempo, pero hablamos como antes, tal si reviviéramos los días remotos de La Cisterna, con ese entusiasmo que la juventud otorga a la inquietudes comunes? Yo llevaba un texto sobre el Camino de Santiago, uno de los mejores que se hayan escrito sobre el mito y la leyenda compostelanos: El Peregrino de la Estrella, del incomparable Alejo Carpentier.
?Pascual me dijo entonces que tenía una deuda pendiente con la Terra Nai: allegarse a los orígenes de la familia paterna, oriunda deCarracido, Santa María de Porriño, Pontevedra, Galicia.
?Planeamos de inmediato un viaje juntos, travesía pedestre que nos llevaría por la ruta jacobea portuguesa, uno de cuyos destinos es aquella villa donde nacieran los Veiga Alonso, hermanos Tomás y Jesús; el primero, padre de Pascual y los otros seis hermanos Veiga López de Santiago de Chile; el segundo, tío dilecto que descubriera, en el extremo sur de Chile, hace más de sesenta años, los restos de la Ciudad de El Rey Don Felipe (Puerto del Hambre), fundada por el almirante pontevedrés, Pedro Sarmiento de Gamboa, en marzo de 1584. (El tío Jesús escribió un interesante libro sobre aquel hallazgo, que reeditamos, Pascual Veiga y yo, en edición bilingüe -castellano-gallego-, en 2012).
?Peripecias de salud y otras circunstancias demoraron la partida, hasta junio de 2009, a la que se agregó, felizmente, Gonzalo Veiga Riveros, hijo de Pascual y escritor incipiente, como se comprobará en el capítulo final de este libro, que da cuenta de otro hallazgo, el de la casa petrucial en Carracido, airosa sobreviviente de piedra y musgo?
?Así narramos, en Diario de Compostela, el testimonio de la peregrinación de tres caminantes sudamericanos, chilenos para mayor abundamiento e hijos afectivos de la eterna Galicia emigrante?.
Como en todo viaje que se emprende con los ojos abiertos y el espíritu alerta, experimentamos singulares sorpresas e impensados hallazgos. Uno de los más significativos fue el de Pontesampaio, como se cuenta:
?Por la mañana del miércoles 24 de junio de 2009, día de San Juan, reemprendimos la marcha hacia Pontevedra. Cruzamos el milenario puente romano que lleva el nombre de quien descubriera la tumba del Apóstol Santiago en la localidad de Padrón, el eremita Paio, vuelto santo ?SantPaio- por esa voluntad canónica e imperial de la Iglesia de Pedro, extendida al reino de este mundo y al del más allá...
?En el extremo norte del puente se libró una de las primeras y decisivas batallas de los hispanos contra las tropas invasoras de Napoleón, en junio de 1809, doscientos años exactos antes de nuestro paso peregrino. Como consigna una enorme placa levantada en el sitio, el noveno entre doce, de los oficiales destacados en el combate fue el chileno José Miguel Carrera, entonces Sargento Mayor de Húsares del Reino de Galicia, como él mismo lo escribiera en su Diario Militar:
??Fui agregado, con el mismo grado de Teniente, que tenía en mi regimiento, al de Farnesio; de éste pasé al de Caballería de Madrid, del que siendo Capitán, he sido ascendido a Sargento Mayor de Húsares de Galicia??
No pienses, ni menos deduzcas, querido (a) lector (a), que me inclino por destacar proezas militares, pues las prefiero literarias, intelectuales y civiles, pero era el nombre de un compatriota ilustre, un prócer de nuestra independencia que luchó, a miles de kilómetros de su patria natal, por otra causa libertaria, porque la auténtica libertad no tiene bandera propia.
Por otra parte, este breve libro, como otros que escribí, se sustenta en la base más entrañable de lo femenino: el Mito de la Tierra Madre, que la vieja Galicia comparte con Chiloé, en el confín austral, como lo hemos expresado ya, en relatos, crónicas y ensayos. Quizá por eso, como verás si lo lees, el personaje que sobresale entre los seres que compartieron la ruta, es Dona Carmen, la gallega que nos ofrendó su sencilla hospitalidad en esa cidade de pedra e soño que es Santiago de Compostela:
?Es curiosa e inquietante para mí, en cierto sentido, la desaparición de Dona Carmen. Algo parecido me ocurrió, en 2006, con mi entrañable amigo coruñés, Demófilo Pedreira Rumbo, ciudadano adoptivo de Chiloé o Nueva Galicia, si prefieren, que un día se esfumó de su casa en calle Rosalía Roa número 7, en la villa marinera deDalcahue (lugar de dalcas o de dornas), rumbo a ningures (ninguna parte).
Pero esto pasa a menudo con los gallegos: Nunca se sabe cuándo llegan ni cuándo se van, aunque los buenos y generosos jamás abandonan la casa de la memoria.
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Edmundo Moure
Junio 2019
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Asemblea xeral da A. C. Irmáns Suárez Picallo |
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O xoves día 28 de febreiro terá lugar na Casa da Xuventude de Sada (OMIX) ás 20:00 h. en 1ª convocatoria e as 20:30 en segunda convocatoria, a ASEMBLEA XERAL ORDINARIA coa seguinte
ORDE DO DIA:
- Lectura e aprobación, se procede, da acta da Asemblea anterior.
- Informe do Presidente das actividades realizadas no ano 2018.
- Informe do Tesoureiro (contas e balance do año 2018).
- Presuposto de ingresos e gastos para o o ano 2019.
- Presentación ás convocatorias de subvencións do Concello e Deputación.
- Publicacións para o 2019 e outros actos e proxectos.
- Avance do contido de AREAL Nº18 que sae en abril.
- Rogos e preguntas.
De seguido, celebrarase Sesión Extraordinaria para por os cargos a disposición da Asemblea, nomear novo Secretario e confirmar -si así se estima procedente- nos seus postos á Directiva actual, ao tempo que se proprorá incluir novos vocais colaboradores na citada Xunta Directiva da A.C. Irmáns Suárez Picallo.
Sada, 12 de febreiro de 2019
O Secretario
Manuel Blanco Dans
Nota: repartirase un novo número de Cadernos de Estudos locais, sobre o antroido.
Asemesmo teremos os números atrasados de todas as publicacións por se algún socio tivera falta dalgunha.
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QUE DIRÍA DOÑA EMILIA |
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AHORA QUE LO PIENSO columna por EDURNE PORTELA
¿Qué diría doña Emilia?
Algunos de los cuentos de Pardo Bazán podrían haberse escrito hoy
He leído recientemente los cuentos de Emilia Pardo Bazán recogidos en El encaje roto: Antología de cuentos de violencia contra las mujeres (editorial Contraseña). Leer a Pardo Bazán en el actual contexto de reimpulso feminista, agudizado por el peligro que corren nuestros derechos debido al auge de la ultraderecha, ha reafirmado mi admiración por su profunda comprensión de la situación de la mujer.
Dirán que mucho ha cambiado desde su época: tenemos derecho al divorcio, integración en la educación y vida laboral, derecho a la contracepción y a la interrupción del embarazo, una ley contra la violencia de género. Institucionalmente y por ley la mujer es un sujeto ciudadano pleno. Pero esto que en el papel está claro, en la realidad no tanto, sobre todo cuando vemos a jueces que siguen aplicando una concepción patriarcal de justicia, o notamos la diferencia salarial, la discriminación laboral, la normalización de la violencia contra la mujer, etcétera. A pesar de que nos quedan muchos motivos para seguir luchando (insisto, y más ahora), hay un marco legal y político, una base que defender y desde la que trabajar. Pardo Bazán estaba convencida de que estos avances iban a llegar, que con una reforma de la educación la igualdad real era inevitable, y que con todo ello se subsanarían los problemas íntimos de las mujeres a los que dedicó buena parte de su obra.
Pardo Bazán describió las múltiples facetas del maltrato femenino, tanto físico (del que Marta Sanz habló en otra columna para este periódico) como psicológico. Algunos de sus cuentos podrían haberse escrito hoy. En El revólver, por ejemplo, después de un año casada la protagonista empieza a notar un cambio en el marido, provocado por ?unos celos violentos, irrazonados, sin objeto ni causa?. El marido aísla progresivamente a su mujer, que queda ?separada ya de mis amigas, de mi parentela, de mi propia familia?. Un día el marido le anuncia: ?El día que note algo que me hiera en el alma, ese día sin quejas, ni escenas (?) me levanto de noche calladamente, cojo el arma, te la aplico a la sien y te despiertas en la eternidad?. El pánico se instala en ella, se vuelve insomne, tiene miedo de moverse por la casa, de salir a la calle y provocar la ira del marido. Vive así durante cuatro años, hasta que el marido muere y ella descubre que el revólver no estaba cargado. No le hizo falta cargarlo para conseguir lo que quería: que ella internalizara el miedo de tal forma que perdiera su voluntad.
¿Acaso este cuento les suena antiguo? ¿Cuántas mujeres, sometidas a la amenaza constante, al control violento de sus parejas, no acaban siendo anuladas? En el artícu¬lo La mujer española (1907), decía Pardo Bazán: ?La enfermedad que arrebata a tantas españolas es la navaja, esgrimida por celosas y brutales manos?. Pero para ella el problema no era sólo el individuo violento, sino también las instituciones que dominaban la vida de la mujer: el matrimonio era una cárcel, la Iglesia controlaba la educación e imponía una moral que sometía a la mujer al padre o al marido, la justicia encubría o incluso defendía al maltratador. ¿Qué diría Pardo Bazán al ver que en 2019 el feminicidio sigue vigente, que la igualdad real aún no ha llegado, que aquellos derechos que ella anhelaba están siendo cuestionados? La respuesta ya está en sus páginas, escritas hace casi 100 años.
El PAIS, 28 de enero de 2019
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ROSALÍA EN NOSOTROS |
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 ROSALÍA EN NOSOTROS
"Rosalía estaba en nos, os alonxados.
Sen querer falar do doble fío da saudade,
soio diremos que a saudade é
a dinámica da emigración,"
Eliseo Alonso
De esto hace ya treinta y cuatro años. En abril de 1985 recibí por correo una invitación para participar en el Congreso Rosalía de Castro e o seu Tempo, convocado en Santiago de Compostela, a partir del 15 de julio de ese año, en conmemoración del centenario del pasamento de Rosalía, acaecido en 1885, en su casa de Padrón, localidad de A Matanza, en cuyos ámbitos se sitúa hoy el Museo que honra su memoria.
Dos años antes de esa fecha, en mayo de 1983, viajé por primera vez a Galicia y conocí el casal de A Touza, parroquia de Santa María de Vilaquinte, Lugo, donde vino al mundo mi progenitor, Cándido Moure Rodríguez, quien emigrara a la Argentina, en 1924, con sus padres y sus seis hermanos. Visité luego la morada de Rosalía y tuve como gentil anfitriona a la actriz Maruja Villanueva, a la sazón directora de la Casa Museo. Mientras yo contemplaba la figura de cera que yacía en el lecho de la poeta, experimenté una honda conmoción y el consecuente llanto que procuré ahogar. Maruja, a mi lado, recitaba ?Negra Sombra??
A instancias del doctor Agustín Sixto Seco, uno de los destacados promotores del congreso rosaliano, envié un texto como ponencia, ?Rosalía y la nostalgia del paraíso?, que expuse en una de las aulas de la Universidad de Santiago de Compostela, y que hoy es parte de las Actas de dicho congreso. Para mí, aquello fue como la verificación formal de ese antiguo amor, tanto por la obra poética de Rosalía de Castro como por su figura nimbada de misterio, que había germinado en mí al cumplir los siete años de edad, cuando mi padre me enseñó a recitar sus poemas más conocidos, comenzando por ?Adiós ríos, adiós fontes?, que yo declamaba en honor de mi abuela Elena, en su onomástico del 18 de agosto.
Escuchábamos la lengua gallega en los ámbitos de Chacra El Olivo, en Santiago del Nuevo Extremo, de boca de la abuela, de mis tres tías gallegas y de mi padre. Sus dos hermanos varones preferían el castellano y, como la mayoría de los gallegos residentes en Chile, olvidaban la lengua vernácula, en curiosa y patética mezcla de menoscabo cultural del propio acervo y de aquiescencia con la política ?españolizadora? y cerril que el franquismo propugnó, dentro y fuera de esa España aherrojada, como única vía posible para expresar ?lo español?; cultura entendida como ?charanga, cuplé, toreo y pandereta?, que continúa practicándose en muchos de los centros hispanos de América, resabio de un colonialismo añejo y mustio que es parte de la desmemoria colectiva y de la negación endémica de una riqueza cultural que radica en la diversidad creadora de los pueblos que habitan, desde hace dos milenios, la Península Ibérica, poseedores de un idioma y de una identidad nacional propios: gallegos, vascos y catalanes.
Tal como mi padre pugnaba por revivir aquellos hilos conductores y los referentes existenciales con su lejano mundo gallego, que se abrían en la dulce prosodia de su lengua campesina y marinera, la música, el canto y la poesía han constituido puentes de unión y contacto permanentes con esa maravillosa cultura que nos fuera revelada a través de los sencillos ritos de la mesa y de la fiesta, de la comensalía participativa, de la literatura y de la música, como pan necesario para articular una vida más plena de anhelos y de raigambre originaria.
Durante siglos, desde las comarcas de Occitania, en las faldas del norte de los Pirineos, a través del Camino de Santiago, las voces de los trovadores francos transmitieron la poesía que cantaban, en palacios, villas y aldeas, por las rutas septentrionales de la Península que desembocaban en Campus Stellae, el Campo de las Estrellas, Santiago de Compostela. Nace así la trova galaico-portuguesa, con cantores ilustres e inolvidables, en la rica tradición que va desde el siglo XII hasta los albores del siglo XV, expresada por medio de las cantigas, en sus tres vertientes o modos principales: De Amor, De Amigo y De Escarnio o Maldecir.
Más que simples entretenimientos de la nobleza palaciega, o solaz de hidalgos, villanos y campesinos, las cantigas constituyeron cauce vivo de la cultura de su tiempo, a través de cuyas vías los seres humanos daban a conocer su cosmogonía, su visión del mundo y de sus semejantes, sus anhelos e inquietudes sociales, sus esperanzas de encontrar algún día el pájaro azul de la felicidad.
La poesía, que era siempre cantada, en inseparable simbiosis con la música, proveía de un medio dinámico y vario para expresarse y entenderse, dentro de los estrechos márgenes de libertad de un tiempo en que la teocracia feudal constreñía, vigilaba y castigaba a los transgresores (pecadores) con miras a enrielarlos hacia la única salvación posible y necesaria: la escatológica bajo la férula del Papado, mientras los poderosos disfrutaban a sus anchas de los bienes de este mundo y aseguraban, con la cruz y la espada, las prerrogativas del otro. Pero los códigos del arte son capaces de eludir la garra del poder establecido, a través de un lenguaje de símbolos y alegorías, donde el humor suele transformarse en arma eficaz y comprensible para los desheredados, haciendo realidad el viejo refrán: ?Debajo de mi manto al Rey mato?.
El trovador, el juglar, el poeta, encarnarán la irreverencia, la burla posible y oportuna, para acceder a la catarsis social de la fiesta y de la plaza, de la cosecha y del beneficio laboral, como recompensas del sudor en los oficios, donde está permitido mofarse de los poderes y dar rienda suelta a los deseos de la humana condición, mediante las formas del sentimiento, la alegría, la cólera, el humor, la tragedia y el placer. Hay creadores que permanecen, cuyos antiguos versos todavía se cantan hoy, como Paio Soares, Don Denís, Airas Nunes, Mendinho y Martín Códax?
Su testimonio, como en una carrera de postas que atraviesa los siglos, pasa de mano en mano y de boca en boca, hasta hoy, en que modernos cantautores replican y renuevan la trova intemporal, porque si las redes de la Historia parecen interrumpirse, en infaustas ocasiones, bajo las tijeras interesadas del olvido, el arte universal mantiene sus hilos misteriosos, el fuego de todos los fuegos. De esa lumbre, donde late la voz estética de la tribu, Rosalía, como nuestra Violeta y otros genios de la poesía universal, recoge testimonios, cantos y decires populares, para recrearlos en su obra.
En Chile contamos con Eduardo Peralta, heredero pertinaz y entusiasta de aquella tradición secular. Discípulo de Georges Brassens y émulo distintivo en la interpretación musical de la mejor poesía chilena e hispanoamericana, Eduardo Peralta ha recorrido diversos escenarios de nuestro continente y de Europa, llevando aquellas voces en su guitarra transeúnte; asimismo, sus propias composiciones, en las que combina el humor, la ironía y la crítica ideológica con acertados componentes líricos y un notable dominio del lenguaje. Recordamos que en el año 2004 cantó, junto a Amancio Prada, en el Centro Cultural de España, de nuestra capital.
En el Mesón Nerudiano, taberna ubicada en el centro bohemio de nuestro Santiago del Último Reino, Eduardo ha completado ya quince años de sus ?Noches Brassensianas?, de manera ininterrumpida, en sucesivas convocatorias donde entrega lo mejor de su quehacer musical, a la vez que invita a compañeros en el arte para que aporten y compartan su canto ante un público participativo y alerta.
Recuerdo que el lunes 16 de julio de 2017, a ciento treinta y dos años de la muerte de Rosalía, Eduardo Peralta organizó un singular encuentro, bajo el lema ?Un canto a Galicia?, con la participación del cantautor chileno José María Herreros, quien vivió ocho años en Galicia, especializándose en temas de la trova galaico-portuguesa. También estuvieron en el escenario el trovador francés Daniel Fernández, el joven músico y gaitero, José María Moure, y este escriba, que recitó dos de los Seis Poemas Galegos de Federico García Lorca, refiriéndose asimismo a la vida y obra de Rosalía y a su propia experiencia en torno a la poeta universal gallega. Eduardo Peralta ofreció a los presentes un manojo de poemas rosalianos a través de su canto y su guitarra de eximio trovador.
Al otro lado del mar, en la fría noche del invierno del Sur, escuchamos la perenne exhortación de Federico:
¡Érguete Rosalía, que xa cantan os galos do día!
¡Érguete, miña amada, porque o vento muxe coma unha vaca?!
Rosalía vive en nosotros, los hijos de la emigración que hacemos nuestra la convocatoria del granadino universal, para exclamar, en el abanico de la rosa de los vientos:
¡Érguete, nosa Galicia, que xa cantan de novo os galos da Historia!
Esta exhortación ?ilusionada hasta el desgarramiento- bien pudo haber brotado también de la boca de Alfonso Castelao, pero, ¿quién lee o siquiera recuerda hoy en día al hijo de Rianxo? Quizá el olvido sea el mayor aliciente de la necedad, individual y colectiva, que parece inundarnos.
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Edmundo Moure
enero 13, 2019
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